miércoles, 4 de febrero de 2015

Fernando y Sanz


Fernando, Fernandín, Fer o, como se dice en la jerga de las redes sociales, @FernandoAstur, nos acaba de dejar. Si la muerte siempre es jodida, la de alguien tan joven y tan buena gente es una desgracia completa. Como tituló este periódico, el Carbayedo llora, pero también Avilés entero y miles de personas en todo el mundo. Porque el patio de juegos de Fernandín no tenía fronteras.

En su perfil de Twitter se definía a sí mismo como “fan de Alejandro Sanz, sportinguista, socialista y del Real Avilés”. ¡Casi nada! En estos tiempos donde la fidelidad y la lealtad parecen haber pasado de moda, frente a ocurrencias y programas de salvación, es justamente ahora cuando se echan de menos esos dos valores. Incluso aunque veamos algunas cosas que no nos gustan entre las personas que consideramos nuestra gente. Hay que criticarlas, con mesura, pero también hay que apoyar, con fuerza, más aún en los momentos difíciles y cuando toca hacerlo. Y sonreír. Siempre. Eso que no falte, aunque vengan mal dadas. Fernando lo sabía perfectamente.

Fer era más que fan de la música, en la doble acepción de admirador o seguidor de alguien y de entusiasta de algo. El primero de sus ídolos, ya lo sabemos: Alejandro Sanz. Después, el resto: Fito, Víctor Manuel, Loquillo y otros grandes. O el mítico programa nocturno ‘Hablar por hablar’. En el fatídico día le dedicaron todas esas horas de radio a él.

Fernando apoyó la causa de Avilés en todo lo que pudo, en los últimos tiempos con el conflicto de Alcoa, pero antes con muchos más asuntos. Y de la sanidad pública, sobre todo de la asturiana, sólo tenía buenas palabras, en particular del gremio de enfermería. Para su desgracia, tuvo que utilizar bastante los hospitales y nunca ahorró elogios para un sistema que funciona porque, no sólo nos cura, también nos cuida. Otra lección que nos dio. No le hagamos –no nos hagamos- la puñeta destruyendo lo que tanto costó levantar con el esfuerzo de mucha gente y muchos contribuyentes.

Fernandín, nada de que descanses, ni que la tierra te sea leve. “La música no se toca”, así que mi deseo va para que las canciones te sigan sonando en estéreo y te eleven con mil volteretas. Hasta siempre.

Publicado en La Voz de Avilés el 4 de febrero de 2015

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