jueves, 25 de septiembre de 2014

Impresiones y viajes


Dicen que viajando se cura la enfermedad pueblerina, suponiendo que tal cosa –ser y sentirse de pueblo- sea algo malo, antes que un motivo de orgullo, como para mí lo es.
El pasado mes tuve ocasión de viajar por primera vez a Filipinas por motivos profesionales y allí me encontré con algunos de nuestros vicios públicos de antaño y hogaño. A la inversa, también vi cosas que aquí ya no tenemos y que se echan de menos.
Por ejemplo, observé que sólo quedan restos de la lengua española, merced al imperialismo idiomático del inglés y a una –juzgo yo- equivocada política por parte de los sucesivos gobiernos filipinos. Esto no tendría mayor importancia, de no ser porque ese país fue colonia española hasta hace poco más de 100 años y porque, a día de hoy, sus habitantes y lugares siguen llamándose con nombres y apellidos de evidente origen español. La pérdida de una lengua siempre es un drama, pero el uniformismo que se pretende imponer me parece una pura tragedia (lo mismo digo para otras latitudes o para Internet).
Otro aspecto que destaco es la evidente pobreza del país, matizada por una “clase política” oligárquica (ahí sí que existe tal cosa) y por una desigualdad tremenda que está larvando graves conflictos sociales. ¿Nos suena esto de algo?
El pueblo filipino ensalza a sus héroes nacionales, con José Rizal a la cabeza. Por el contrario, en España se olvida o se machaca a muchas personas valiosas, sobre todo si se significan en política o si tienen cierto éxito. El avilesino José María Malgor en sus ‘Observaciones de un extranjero’ escribió en los años 30 del siglo pasado que “la colectividad agrupante es injusta con el cívico, mas el subjetivo es comprensible y disculpante”. Casi como ahora.
En Filipinas son muy católicos; aquí ya no. En Filipinas hay 100 nacimientos cada día en un hospital urbano, mientras que aquí nos faltan camas para nuestros mayores. Las gentes de Filipinas aprecian la educación pública, a pesar de sus limitados recursos. Y algo más: muestran una amabilidad –no confundir con servilismo- digna de elogio. Todo ello nos hace ver que la felicidad no sólo está en el PIB.
Filipinas quiere reformar sus estructuras de gobierno para hacerlas menos corruptas y más democráticas y eficientes. ¿También nos suena esto? A este formidable reto España debería contribuir más a través de la cooperación internacional al desarrollo.
En fin, viajar sirve para relativizar y aprender. 


Publicado en La Voz deAvilés el 25 de septiembre de 2014


martes, 23 de septiembre de 2014

Federalismo y un señor de Murcia

Elgar (1984): La transición, en bragas, Planeta, Barcelona

Hace exactamente 50 años se estrenaba Ninette y un señor de Murcia, famosa obra de Miguel Mihura con varias adaptaciones teatrales y cinematográficas posteriores. Describía bien aspectos de aquella España del desarrollismo y la ausencia de libertades que murió con la Transición, para dar paso a la democracia y el Estado de las Autonomías, con su archiconocido “café para todos”.

Ahora, cuando ya hemos recorrido década y media del siglo XXI, nos volvemos a preguntar, con cierta autocontemplación, qué queremos ser en España (asunto identitario y sentimental donde los haya), cómo organizamos nuestro sistema político y de dónde sacamos la financiación para pagar la factura. Hay otra pregunta evidente y es cómo salimos de esta nefasta crisis económica, pero me temo que esta respuesta tardaremos todavía en conocerla. 

El debate político y académico de las últimas décadas en materia de financiación autonómica ha pasado por varios estadios (cesión de competencias por el coste efectivo, descentralización de impuestos, control del endeudamiento) y todo para terminar casi donde empezamos: con unas nacionalidades históricas insatisfechas con su estatus político y financiero, al lado de otras regiones improvisadas que estarían deseando ser un distrito federal o hasta volver a ser una diputación provincial. Y en el medio, el común de los españoles, tratando de comprender por qué aquel café ya no le gusta ahora a nadie y, al tiempo, encontrándose huérfano de una defensa de lo común. Pues, ¿qué cosa si no esto último es el federalismo? De forma muy grosera, este modelo de organización se define antes que nada por unos cuantos elementos compartidos indiscutibles, entre los que cabría destacar la garantía universal de igualdad en el acceso a los servicios públicos fundamentales, obviamente, sin que ello deba entenderse como uniformidad. Así lo ha interpretado el Tribunal Constitucional y así debe ser. Una descentralización sin diferencias –por supuesto, dentro de un orden lógico y coordinado- no tiene sentido. 

Otra cosa que ha traído el maniqueísmo de los últimos años ha sido la perversión del lenguaje. Hoy quien defiende un “pacto fiscal” es un independentista de tomo y lomo. Si se apuesta por un catálogo estatal básico de prestaciones sanitarias, te etiquetan de centralista irredento. Quien propone asimetría razonable, escandaliza a algunos grupos. Y quizás esto último sea lo peor, ya que no habrá otra solución a la situación actual que un reconocimiento especial –que no privilegiado- a quien quiere avanzar en su autogobierno, frente a quien está bien así o quien incluso quiere retroceder. Otra frase manida: “devolver competencias”, así, en abstracto. Pues bien, ni parece posible, ni deseable, ni eficiente. Tampoco arrebatárselas por vía indirecta a las comunidades autónomas o a los ayuntamientos (véase, por ejemplo, el llamado “Informe CORA” o cierta legislación local). Finalmente, la persona que aboga por reforzar las instituciones de autogobierno –parlamentos autonómicos, órganos de control externo, consejos consultivos o defensorías del pueblo, entre otras- parece que es un gastizo sin medida. ¿Alguien cree a estas alturas que la democracia es gratis? ¿O que una mayor centralización solucionaría nuestros males casi como una cura milagrosa? 

Falta mucha cultura federal en España, ya desde la escuela básica. El sistema de financiación no debería permitir bajadas irresponsables de impuestos, seguidas de una mayor petición de transferencias o un mayor endeudamiento. Las comunidades autónomas también “son Estado”, aunque ya no oigo a casi nadie reivindicar esto. De igual modo, escasean la coordinación multilateral, la lealtad institucional (“yo legislo y tú pagas”) y la lealtad constitucional (no con fanatismos y sí con mucha voluntad de reformar lo obsoleto). No tenemos instancias para debatir y decidir sobre Política y políticas de alcance territorial. El Consejo de Política Fiscal y Financiera (en la practica, el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas) opera al mismo tiempo como conferencia sectorial y sanedrín político. Por eso es preciso institucionalizar de una vez la Conferencia de Presidentes –del Senado ya casi ni hablamos- para las grandes cuestiones que, después, los órganos técnicos se encargarían de concretar. 

En fin, volviendo la vista al “té para todos” que ahora quieren servir en forma de autonomía a Escocia, pero también al resto de territorios británicos que no pidieron la independencia, me recuerda los años de la Transición española y la que ahora, aunque no la llamemos así (todavía), estamos construyendo, aunque sea a pie forzado. 

Ojalá aquel señor de Murcia encuentre su sitio en esa nueva España plural, pero todavía escasamente federal. La evidencia empírica respalda el éxito del modelo descentralizado español, cuyo apoyo ciudadano ha sido hasta ahora indudable, así como una referencia para el mundo. Pero precisa de fundamentales ajustes. Si no, corremos el riesgo de que las autonomías terminen degenerando en Las autonosuyas que caricaturizó Fernando Vizcaíno Casas.

Publicado en el blog De fueros y huevos (RIFDE-Expansión) el 23 de septiembre de 2014

Publicado en El Comercio el 2 de diciembre de 2014


martes, 16 de septiembre de 2014

Bitácoras y blogs sobre temas territoriales

http://www.expansion.com/blogs/defuerosyhuevos/

Hoy nace el blog De fueros y huevos: debates sobre financiación territorial, promovido por la de Red de Investigadores en Financiación autonómica y Descentralización financiera en España (RIFDE), en el cual se podrán leer y discutir los temas relevantes que tienen que ver con financiación autonómica y local, con "fueros" y "huevos", como se dice en el título, incluyendo todos los aspectos teóricos y, más aún, prácticos. El blog está alojado en la sección correspondiente del diario Expansión. Mi aportación empequeñece al lado de la que harán tantas personas expertas. Esta bitácora de RIFDE también se enmarca en el proyecto mucho más amplio del grupo de investigación GEN-Universidade de Vigo, dirigido por Santiago Lago Peñas y del que formo parte junto a otros investigadores de Estados Unidos, Canadá, Portugal, Francia, Reino Unido, Italia, Bélgica y España. 

http://abcblogs.abc.es/riqueza-regiones/

Por otro lado, comienzo también en este mes mi participación como uno de los 12 miembros del Comité de Redacción del blog La riqueza de las regiones, editado por la Asociación Española de Ciencia Regional (AECR) y alojado en la sección correspondiente del diario ABC. Mi primera colaboración como autor ya fue publicada el 2 de julio de 2014.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Consejos editoriales de revistas

http://omicsonline.com/open-access/economics-and-management-sciences.php

Desde julio de 2014 añado mi presencia al consejo editorial de otra revista académica: International Journal of Economics & Management Sciences, editada en acceso abierto por OMICS Publishing Group.

Hasta el momento, ya venía participando como editor en e-pública (desde 2009) y en Auditoría Pública (desde 2012).