domingo, 31 de enero de 2016

Violencias y machistas

http://www.elcomercio.es/aviles/201601/31/violencias-machistas-20160131003520-v.html
Nunca había escrito de este tema. Sin embargo, las dos últimas mujeres asesinadas por sus parejas en Oviedo y en Avilés me remueven de manera especial. Aunque todas las muertes ocasionadas por los violentos son igual de condenables, sean en Asturias o en Melilla, es inevitable no sentir algo más de afinidad por las que nos tocan de cerca.

Dejo claro desde el principio que en este grave asunto sobran opinadores, pero sobre todo opiniones. Y digo esta aparente incorrección porque creo que una gran parte de la condescendencia con la violencia machista se debe a ciertos puntos de vista tibios, comprensivos o hasta justificativos del maltrato y el asesinato. En este punto, las opiniones dejan de ser respetables porque pasan a fomentar el delito.

Aquí el mensajero también importa. ¿Cómo es posible leer en un diario que la mujer es una “presunta muerta”, mientras vemos cómo la funeraria se lleva su cadáver? ¿Cómo qué “presunto asesinato”? Los actos y sus consecuencias son evidentes y, en todo caso, la presunción de inocencia se aplica al detenido, una persona con nombre y apellidos, pero no a sus acciones. Algún experto en Deontología o Derecho Penal me podrá matizar o corregir, pero les digo que a veces no sirve sólo con interpretaciones frusleras. No teníamos tantas prevenciones de papel de fumar cuando a los miembros de ETA los calificábamos de terroristas e incluso algunos extendían este adjetivo a los representantes electos de partidos políticos legales.

Tampoco creo que aporten nada en absoluto los detalles escabrosos, más allá del puro morbo, muy propio de gacetillas, programas basura y, por desgracia, algunos telediarios y periódicos que antes teníamos por serios. Peor aún son los testimonios recabados a vecinos y paseantes, cuya respuesta habitual suele ser la de afirmar que eran gente “normal”. O la magnífica idea de poner los nombres con siglas, para no identificar a maltratador y maltratada, cuando luego las cámaras de vídeo acuden hasta el mismísimo felpudo de su casa o la puerta de su negocio.

Hay un gran consenso en el hito histórico que significó en 2004 la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, pero también es verdad que se deberían revisar algunos de sus planteamientos sobre educación, prevención y castigo. Hay que enseñar mejor desde edades muy tempranas, evitar el daño con todos los medios sociales, policiales y judiciales posibles y, cuando por desgracia tenga lugar el fatal desenlace, mandar al culpable a la cárcel y condenarlo al aislamiento social.

La denuncia de la mujer maltratada es fundamental porque el golpe o la humillación empiezan mucho antes de lo que pensamos. Los poderes públicos deben asegurar que esa denuncia no se deja de realizar por miedo a perder dinero, casa o familia. Y, por último, no me hablen quienes oyen voces o ven señales de golpes, pero no avisan, por miedo “al qué dirán”. Allá ellos y ellas con su conciencia.

Que el nuevo Gobierno de España se tome muy en serio la lucha contra esta lacra, trabajando codo con codo junto a la oposición, las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Iremos muy mal si la violencia machista se asume como algo “normal” o si deja de interesar como noticia. El hartazgo es la fase previa de la inacción.


Publicado en La Voz de Avilés el 31 de enero de 2016



martes, 19 de enero de 2016

Peluqueras y comercios



Foto: www.sardesa.com
En las céntricas calles de San Bernardo y de La Muralla tengo parte de mi historia personal. Recuerdos de un Avilés más ennegrecido, pero igualmente acogedor. Un Avilés en crisis que miraba a la ría, exactamente igual que ahora. Una villa poco peatonal, todo lo contrario que en estos días. Un Avilés de vida diurna con chigres encantadores y noche con míticos discobares (palabra viejuna donde las haya), eso sí, casi todos irrespirables por el humo del tabaco. Los recuerdos son de un crío, pero marcan para siempre.

El Avilés de los 80 y los primeros 90 tenía también un comercio cercano que hoy lucha por sobrevivir, frente a los grandes establecimientos y el mayor de todos, Internet. Era ahí, en esos locales amigables, donde se arreglaba el mundo y se hacía la compra diaria, donde preguntabas si había llegado el último disco de tu artista favorito o donde te hacías con carpetas y fotocopias para los apuntes de clase. En esos lugares también te cortabas el pelo (nosotros) o se iban a lavar y marcar (ellas). Las más atrevidas se ponían mechas o se hacían la permanente, metiéndose en esos secadores con forma de escafandra de buceador.

Recordé todo esto y alguna cosa más al enterarme por LA VOZ que había fallecido Elvirina, la peluquera de toda la vida en Avilés, maestra del gremio y señora. Viendo los comentarios en el grupo de Facebook de Avilés sin complejos, creo que ese podría ser un buen resumen. Mi evocación particular es la de las mujeres de mi familia yendo allí cada semana (¡eso eran clientas!) y yo mismo bastantes veces con ellas, siendo todavía un guaje. La propia Elvirina me cortó el pelo alguna vez, con aquella tabla que ponían de lado a lado de la silla para que los más pequeños llegásemos a una altura normal. Todo eso fue antes de que ya pasase con los mayores al barbero (Clemente), luego al peluquero y, al final, al estilista. Cosas de la modernez, supongo.

Para mí, ese rincón de la calle de San Bernardo y la paralela de La Muralla significan comercio de toda la vida en estado puro. Amigas más que dependientas. Familia más que empresa. Además de la peluquería de Elvirina, ahí estaban Herminio y la farmacia Graíño. En estas dos últimas tiendas siempre tenían una magia especial, casi de algo prohibido, sus pasos internos desde la parte baja de La Muralla hasta la zona alta de San Bernardo. Ahora ya no están Mari Luz, Herminio y Herminín (este se fue demasiado pronto). Pero los negocios siguen. Y que duren.

No podemos perder este patrimonio histórico. No debemos perderlo, ni como memoria, ni como futuro. Quienes trabajaron en otro de los negocios de siempre, el Electrogás, en la cercana plaza de Pedro Menéndez, mantienen estupendas páginas web y blogs donde recopilan fotos, anécdotas y encuentros anuales. Hasta han editado ya dos libros en papel. También ahí podría yo hablar de imágenes mentales en forma de televisores (Phillips, por supuesto) o letras que había que ir a pagar en persona cada mes desde La Maruca. Pero eso, para otro día.


Publicado en La Voz de Avilés el 19 de enero de 2016