jueves, 27 de septiembre de 2012

Crisis y quebrantos

Madrid, 25-S de 2012

¿Somos conscientes de que esta tormenta económica y política no es pasajera? ¿Estamos preparados para una nueva cosecha tras el diluvio? Lo pongo en duda, al menos cuando escucho a ciertos líderes empresariales, sindicales o gubernamentales hablar en términos que parecen del medievo económico o de la prehistoria política.

Enterémonos de unas pocas cosas, aunque podríamos enunciar mil más. Una: el “ladrillo” ya no generará en España ni la renta ni el empleo de los años de la burbuja inmobiliaria (y además debe ser así porque aquello era una fantasía). Dos: las negociaciones laborales o se hacen con conciencia de clase y en un marco internacional (europeo) o no servirán de nada, frente a un capital cada vez más poderoso y unos gobiernos cada vez menos sensibilizados o con menos recursos (que, para el caso, es lo mismo). Tres: la Constitución de 1978 pide a gritos un cambio, lo que pasa es que hay demasiadas voces solistas en el concierto y muy poca armonía entre ellas.

La Historia la estamos escribiendo a marchas forzadas y en tiempo real. Nunca los minutos y las horas duraron tan poco. Pocas veces los acontecimientos giraron tan deprisa.

Hace una semana dimitía Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad de Madrid, “por motivos personales”, pero con un evidente trasfondo político que dejaba huérfana (así los hemos leído) a una parte de la derecha política española. Hace también unos pocos días moría Santiago Carrillo y con él una parte fundamental del siglo XX, incluida la Transición, pero no sólo ni exclusivamente. Hasta el Rey se atrevió a hablar claramente de política (a su peculiar manera), cosa que no hacía desde aquel 23-F.

Éramos pocos. Cataluña lanza un órdago al mus del Estado de las Autonomías y el Gobierno de España responde sin bajar las cartas, lo que a su vez se interpreta por el presidente catalán como un desaire y da por terminada la partida. Y mientras, todos mirando al cielo europeo por ver si llueve el esperado rescate y, sobre todo, por ver si nos pilla con paraguas o a la intemperie de unos ajustes dramáticos.

A la hora de escribir estas líneas veo en la tele el Congreso de los Diputados rodeado de gente muy cabreada y a un presidente autonómico compareciendo por un supuesto saqueo de dinero público. Parafraseando a Javier Cercas, esto es más que la “anatomía de un instante”; es una patología del futuro.

Publicado en La Voz de Avilés el 27 de septiembre de 2012

lunes, 17 de septiembre de 2012

A vueltas con las fusiones municipales

Crónica de La Nueva España sobre la mesa redonda organizada por la Asociación Cauce del Nalón en Ciañu el pasado 14 de septiembre de 2012. Al hilo del ciclo sobre Régimen Local que dirijo en el RIDEA.


Fernando Geijo (www.lne.es)

La hora de la Ciudad Lineal


«El actual modelo es insostenible e impresentable. Cuesta mucho y no sirve para nada. Asturias no es de las peores regiones. Pero se podría pasar de los 78 municipios a unas 20 áreas locales». Así de tajante mostró su posición el economista Fernando Rubiera, en el Club LA NUEVA ESPAÑA en Las Cuencas, durante la mesa redonda sobre: «Organización territorial: la fusión de municipios». El acto, celebrado en la Casa de la Buelga de Ciaño, organizado por Cauce Nalón en colaboración con la Universidad de Oviedo, contó también con el sociólogo y politólogo, Óscar Rodríguez Buznego; el economista Roberto Llera; y el geógrafo Aladino Fernández.

Una de las claves que manifestaron los ponentes fue la necesidad de abordar cuanto antes el debate sobre la posible fusión de los municipios, máxime cuando Europa está exigiendo reformas a España. En el Nalón, se abordaría la Ciudad Lineal. «Llegamos demasiado tarde a este debate. Estamos en un punto en el que no podemos negociar en Europa», señaló Rubiera. Una idea que apoyó su homólogo Roberto Llera: «Tenemos que hacerlo ya. Si tardamos tendremos una mínima capacidad de reacción y Europa seguro que nos lo impondrá en breve».

Óscar Rodríguez Buznego, politólogo y sociólogo, valoró la importancia de estudiar un cambio en el reparto municipal que permanece inamovible desde la primera mitad del siglo XIX: «El objetivo es recuperar la potencialidad económica y política. Hay que organizar la administración y el poder sobre el territorio para el desarrollo económico, social y cultural. Si por no hacer un cambio, perdemos oportunidades de desarrollo y crecimiento nos estaremos equivocando». Un retraso en este debate que Buznego achaca a los partidos políticos: «Son inmovilistas que no reforman lo que no les convienen. El acuerdo de UPyD con el PSOE hará que se entre a valorar por fin y se busque el consenso electoral, en una situación que ni siquiera se ha llevado nunca a debate».

El geógrafo Aladino Fernández fue uno de los más directos en su exposición: «Sería un modelo con un presupuesto único, planificación territorial y prestaciones de servicios sociales. Como el ejemplo de la Ciudad Lienal del Valle del Nalón». Aún así, al mostrar los posibles ejemplos de reestructuración del territorio explicó las posibles confrontaciones. «El reparto sería muy complicado de hacer. La cuestión no estaría solo en unir dos o más concejos. Habría que hacer un reparto de zonas. En el siglo XIX, Oviedo absorbió el concejo de Tudela, con capital en Tudela La Güeria, y el concejo de Ribera de Abajo, representado por Caces y Las Caldas. Además, Trubia, que pertenecería a Grado, también se integró en el concejo ovetense. Con esto quiero decir que en un futuro, en una posible reestructuración, Oviedo debería asumir Llanera y la parte occidental de Siero. Siero a su vez se uniría a Noreña y Sariego. Otro concejo que se formaría incluiría Cabranes, una parte de Nava, Infiesto y Villaviciosa. Los Valles del Trubia tendrían un concejo propio con capital en Trubia, incluyendo Teverga entre otros», desgranó.

La crisis económica es uno de los motivos que ha reavivado el debate. En el caso de las cuencas mineras, los sindicatos UGT y CC OO abogaron el mes pasado por unir concejos en el Valle del Nalón para combatir la crisis. Nacería la Ciudad Lineal del Nalón. Eso sí, matizaron que la fusión debía ser «conseuada y no impuesta».

Una idea que apoya Roberto Llera: «La crisis ha puesto de manifiesto cosas que estaban latentes. No vale todo y no se puede utilizar la crisis como disculpa para estudiar esta posibilidad. Ya se debía haber hecho hace tiempo con rigor y sensatez. Se puede romper la estructura territorial de los partidos y su ámbito local. Por eso falta voluntad política».

Fernando Rubiera aportó argumentos para posicionarse a favor de un cambio que evite una serie de dificultades: «Incapacidad de prestación eficiente de servicios, incapacidad de integrar físicamente espacios económicos integrados, deficiencia democrática, duplicidad y descoordinación; o la incapacidad para planificar el territorio y establecer políticas económicas locales». Y es que a su juicio, el reparto actual no es equilibrado: «La estructura de algunos municipios no es eficiente. Mucha gente paga impuestos en un municipio distinto al que paga su renta. Un ejemplo, hay quien vive en Lugones y paga sus impuestos en Siero, pero trabaja y hace toda su vida y sus consumos en Oviedo».

Uno de los ejemplos que se ha visto en los últimos años es el de las Mancomunidades. «Fue una experiencia problemática, lejos de obtener el resultado óptimo que se buscaba. Ahora hay que buscar un modelo nuevo, que no cometa los mismos errores. Por eso no hay que plantear las decisiones en vano», resaltó Rodríguez Buznego.


lunes, 10 de septiembre de 2012

Ya tenemos la autonomía, ahora falta la comunidad

Tribuna de opinión en La Nueva España de Miguel Ángel Presno Linera, profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo.

Muy de agradecer la cita que hace del ciclo sobre Régimen Local que dirijo en el RIDEA.


Claves para superar el ensimismamiento: democracia participativa, colaboración institucional y cooperación empresarial

Thomas Jefferson decía que cada cierto tiempo, que él situaba en torno a los 20 años, habría que replantearse el pacto constitucional para que las leyes de los muertos no gobernaran a los vivos. Pues, bien, desde que existe autonomía política en Asturias ha pasado el número suficiente de años como para que se pueda debatir de nuevo qué queremos ser, adónde pretendemos llegar y cómo podemos conseguirlo.

En mi opinión, en Asturias está más que consolidada la idea de «autonomía», no solo en el ámbito político e institucional general, sino, por citar dos ejemplos, en ámbitos administrativos locales (municipal) o especializados (Universidad). Incluso diría que, por la propia estructura orográfica de la comunidad y las peculiaridades que todos conocemos, los asturianos llevamos la autonomía en los genes, hasta el punto de que en no pocas ocasiones eso ha devenido en individualismo y aislamiento: respecto del exterior (otras comunidades), pero también en el interior, y eso explica que a pesar de tener condiciones adecuadas de tamaño geográfico y demográfico no exista una fuerte idea de comunidad, entendida como el sentimiento y la voluntad de compartir unos objetivos comunes: políticos, administrativos, económicos, sociales, culturales?

Por eso creo que una de las claves para salir del ensimismamiento en el que estamos es, sin abandonar la idea de autonomía, promover la de comunidad. ¿Dónde y cómo?

En el ámbito político: en trance de superar los problemas de comunicación entre las diversas zonas de Asturias hay que potenciar su unidad política. Eso implica, en primer lugar, eliminar la distribución electoral en tres circunscripciones, que además tiene poco de «natural» -¿por qué Grado pertenece a la occidental si está casi al lado de Oviedo o por qué de esa misma circunscripción forman parte concejos tan lejanos entre sí como Degaña o Vegadeo?-. Todos los asturianos debemos elegir de manera conjunta a las personas que nos representan a todos.

En segundo lugar, la idea de comunidad exige que los ciudadanos sean sujetos activos de las decisiones políticas y no meros destinatarios de las mismas. Eso requiere, por una parte, una mayor implicación ciudadana en la vida política, para lo que las propias instituciones deben potenciar las iniciativas populares, la presencia e intervención directa de ciudadanos y entidades sociales en los debates políticos de la Junta General y de las administraciones locales, y las consultas periódicas sobre asuntos de interés general; por otra parte, requiere que los representantes y gobernantes se acerquen más a los ciudadanos, los escuchen y les expliquen sus decisiones. Uno de los sentidos que debe tener la RTPA es servir de lugar de encuentro físico y político entre ciudadanía y representantes.

En tercer lugar, los partidos políticos deben esforzarse en construir proyectos que transciendan intereses particulares, personales incluso, y se orienten a los generales de la comunidad, sin olvidar el contexto español y europeo.

Finalmente, además de la democracia institucional de legitimidad electoral que ya tenemos, es necesaria en Asturias una democracia de contrapeso, un contrapoder articulado a partir de los movimientos sociales, que sirva para mantener la lealtad al interés general por parte de las instituciones y los partidos.

En el espacio administrativo, y especialmente en una situación de crisis económica y financiera, es necesaria una mayor colaboración entre entidades del mismo nivel (concejos), y de éstas con el Principado. Los servicios esenciales de la comunidad (transportes, sanidad, educación?) tienen que ser diseñados y gestionados con criterios de interés general, lo que, como es obvio, implica compartir y no abandonar o marginar a nadie. Es en este contexto en el que, en su caso, debe decidirse una eventual fusión de municipios o la apuesta por otras fórmulas de organización y gestión supramunicipal. Como aportaciones relevantes a ese debate, muy relacionado con el económico y financiero, el Laboratorio de Análisis Económico Regional de la Universidad de Oviedo (Regiolab), que coordina Fernando Rubiera, ha venido estudiando y haciendo diversas propuestas; sobre la reforma del régimen local en Asturias, el RIDEA está haciendo, a lo largo de todo este año, un ciclo de conferencias y debates dirigido por Juan Luis Rodríguez-Vigil y Roberto Fernández Llera. Son ejemplos de cómo dos instituciones diferentes pueden contribuir a la consolidación de esa idea de comunidad, no limitándose al estudio de lo asturiano, sino teniéndolo presente.

En la esfera económica es obvio que los problemas son muy complejos y las necesidades abultadas. Aquí, y ciñéndonos nada más al fomento del aspecto cooperativo, parece necesario superar la fragmentación empresarial asturiana (de las 69.877 empresas que había en 2010, el 53,55% eran unidades sin asalariados, y el 28,16% ocupaba a entre 1 y 2 trabajadores; apenas el 0,59%, 417 empresas, tenía una plantilla superior a los 50 trabajadores) y potenciar el cooperativismo, sobre cuyas virtudes en el ámbito agroganadero hay en Asturias buenos ejemplos, que podrían trasladarse, por citar otro sector, a los servicios. También, con ser de momento escasa, es interesante, en especial en sectores como el audiovisual o el cultural, la financiación en masa o micromecenazgo, que sirve para que la persona que aspira a crear algo divulgue su proyecto y pueda recibir aportaciones económicas de los ciudadanos interesados en su desarrollo.

Finalmente, en el ámbito sociocultural la implicación ciudadana y la cooperación institucional deberían ser siempre una constante, pero son todavía más necesarias con la práctica desaparición de las actividades culturales de la Obra Social de Cajastur. Las carencias, presentes y futuras, de financiación y de subvenciones no deben originar nuestra muerte cultural si se opta por formas de programación y organización menos competitivas y más horizontales y cooperativas. No parece casual que un teórico de la libertad como John Stuart Mill dijera que no existe mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación.

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