martes, 19 de enero de 2016

Peluqueras y comercios



Foto: www.sardesa.com
En las céntricas calles de San Bernardo y de La Muralla tengo parte de mi historia personal. Recuerdos de un Avilés más ennegrecido, pero igualmente acogedor. Un Avilés en crisis que miraba a la ría, exactamente igual que ahora. Una villa poco peatonal, todo lo contrario que en estos días. Un Avilés de vida diurna con chigres encantadores y noche con míticos discobares (palabra viejuna donde las haya), eso sí, casi todos irrespirables por el humo del tabaco. Los recuerdos son de un crío, pero marcan para siempre.

El Avilés de los 80 y los primeros 90 tenía también un comercio cercano que hoy lucha por sobrevivir, frente a los grandes establecimientos y el mayor de todos, Internet. Era ahí, en esos locales amigables, donde se arreglaba el mundo y se hacía la compra diaria, donde preguntabas si había llegado el último disco de tu artista favorito o donde te hacías con carpetas y fotocopias para los apuntes de clase. En esos lugares también te cortabas el pelo (nosotros) o se iban a lavar y marcar (ellas). Las más atrevidas se ponían mechas o se hacían la permanente, metiéndose en esos secadores con forma de escafandra de buceador.

Recordé todo esto y alguna cosa más al enterarme por LA VOZ que había fallecido Elvirina, la peluquera de toda la vida en Avilés, maestra del gremio y señora. Viendo los comentarios en el grupo de Facebook de Avilés sin complejos, creo que ese podría ser un buen resumen. Mi evocación particular es la de las mujeres de mi familia yendo allí cada semana (¡eso eran clientas!) y yo mismo bastantes veces con ellas, siendo todavía un guaje. La propia Elvirina me cortó el pelo alguna vez, con aquella tabla que ponían de lado a lado de la silla para que los más pequeños llegásemos a una altura normal. Todo eso fue antes de que ya pasase con los mayores al barbero (Clemente), luego al peluquero y, al final, al estilista. Cosas de la modernez, supongo.

Para mí, ese rincón de la calle de San Bernardo y la paralela de La Muralla significan comercio de toda la vida en estado puro. Amigas más que dependientas. Familia más que empresa. Además de la peluquería de Elvirina, ahí estaban Herminio y la farmacia Graíño. En estas dos últimas tiendas siempre tenían una magia especial, casi de algo prohibido, sus pasos internos desde la parte baja de La Muralla hasta la zona alta de San Bernardo. Ahora ya no están Mari Luz, Herminio y Herminín (este se fue demasiado pronto). Pero los negocios siguen. Y que duren.

No podemos perder este patrimonio histórico. No debemos perderlo, ni como memoria, ni como futuro. Quienes trabajaron en otro de los negocios de siempre, el Electrogás, en la cercana plaza de Pedro Menéndez, mantienen estupendas páginas web y blogs donde recopilan fotos, anécdotas y encuentros anuales. Hasta han editado ya dos libros en papel. También ahí podría yo hablar de imágenes mentales en forma de televisores (Phillips, por supuesto) o letras que había que ir a pagar en persona cada mes desde La Maruca. Pero eso, para otro día.


Publicado en La Voz de Avilés el 19 de enero de 2016


No hay comentarios: