lunes, 5 de septiembre de 2011

Chigres y arenescos


En Las Malvinas todavía huele a parrilla. Mi ruta se encamina ahora hacia la playa de Los Quebrantos, donde puedo rezar en el Vaticano y cumplir penitencia laica ante Peter, el Pedro con las llaves de un cielo lleno de bígaros.

Como el día no acompaña, retorno sobre mis pasos en paralelo al carril bici. Supero la pista de partidos y pelleyus, alcanzando por fin La Escollera para una nueva recalada. Aunque, pensándolo bien, se me había olvidado tomar la arrancada en el Miramar (los Chepos de toda la vida) y en El Patio de Má, donde Cuba está presente. En El Pescador vuelvo a preguntar cómo pudieron cocer aquel llubricante cuyas pinzas parecían brazos humanos. No me contestan. Secreto profesional.

En la zona de la rula tengo que pensar si voy al Peñón, al Barómetro, al Sibarita o a Casa Gil. Aunque mirándolo bien, ¿por qué elegir? Siempre nos están obligando a escoger entre blanco o negro, izquierda o derecha, playa o montaña. Digamos que esta vez me quedo con todos y no cambio a ninguno por nada.

Se me agotan las fuerzas, pero no del todo. Todavía tengo tiempo (poco) y dinero (menos aún) para tirar un Serazo y, si sale mal la pesca, fiarlo todo al Plan B. A fin de cuentas, siempre me puedo ir a Escondidas, enfilando La Deva, mientras me sigo preguntando por enésima vez qué rayos se guarda en el piso de arriba del Ánfora.

La nostalgia de otros tiempos me hace acordarme del África, La Resaca, El Cruce, La Reina y alguno más. Ahí está el nuevo Gurugú, heredero de la tradición del clásico, con horizontes ampliados hacia el wifi y las canciones de karaoke.

Vamos ya terminando la ronda. Café y partida en La Arena de Mayés, música de Juanín en La Cervecería, sidra con Orbayu en el Blanquito y todo por descubrir en el Barique.

Y al final, el principio. Detrás de esa barra con solera del Sharon hay grandes momentos y unas fotos que mejor no enseñar hasta que prescriban las maldades. Joaquín me dio la idea, así que gracias. Si después de este periplo por L'Arena alguien logra sobrevivir a la chispera o consigue tener una resaca aceptable, creo que habrá merecido la pena.
 
Publicado en La Voz de Avilés el 5 de septiembre de 2011

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