martes, 9 de febrero de 2010

Avante Libre


Optimismo y crisis

Vivimos tiempos convulsos en economía y en política. Espero que la salud y el amor estén mejor, aunque sólo sea por no fastidiar al comercio en San Valentín. Pero, por favor, sabiendo esto, no caigamos en el tremendismo ni en la exageración del drama. Lo peor es pensar que todo está perdido y que sólo hace falta el advenimiento de un supuesto salvador para curarnos todos los males. En tiempos de tribulación, mejor no hacer mudanza, recomendaba San Ignacio de Loyola. Digámoslo en términos laicos: detrás vendrá quien bueno me hará.

No pretendo ser demasiado naif, pero cuando algo va mal, lo mejor es luchar activamente contra ello y no disfrutar de la desgracia o lamernos las heridas todos los días. Por ejemplo, lo bueno de tener gobiernos en minoría es que todo se debe pactar. Nos quejamos de la supuesta debilidad que esto supone, pero a mi juicio, mucho peor es la mayoría absoluta del rodillo. Hay que criticar (obvio), pero se tiene que apoyar con lealtad y con menos egoísmo, sobre todo cuando pintan bastos, como ahora.

Hay que hacer reformas económicas para tener unas pensiones públicas justas y sostenibles para muchas generaciones. Reformas para reducir la precariedad laboral que se ceba con los más jóvenes. Reformas para que las mujeres de una vez por todas tengan la plena igualdad efectiva en cualquier puesto de trabajo y en los puestos directivos. Reformas para que algunas de nuestras universidades (como la asturiana) puedan llegar a ser de verdad excelentes. Reformas para ser más eficientes. Suma y sigue.

Me viene a la cabeza la famosa frase de JFK: «no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país». La tragedia del paro siempre es menor cuando afecta a una persona bien formada; ahí tenemos un claro ejemplo de mejora de nuestras posibilidades. Un recordatorio: el gobierno subvenciona la matrícula de los estudios de máster oficial en universidades públicas a personas desempleadas. Aprovechémoslo. Ya sabemos que nunca llovió que no escampara.

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 9 de febrero de 2010

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