jueves, 28 de septiembre de 2017

Periodismo y unión en Bajo Nalón


Firma aquí un colaborador con el dudoso honor de haber escrito o haber sido entrevistado en varios periódicos asturianos que pocos después cerraron (en algunos, incluso, en su último número). Me refiero a La Voz de Asturias (histórica cabecera, por fortuna, recuperada en formato digital), Les Noticies (semanario íntegramente en asturiano) o El Norte Económico (experiencia única de periódico económico editado en Asturias). Por eso es una alegría que nazca una nueva publicación en papel, ya saben, ese formato tan antiguo en el que se imprimen textos, fotos y dibujos, donde algunos nos sentimos muy cómodos. En este caso, La Información del Bajo Nalón da continuidad a la edición digital que ya funcionaba desde hace un tiempo, lo cual es una buena prueba de que la idea marcha y que sus promotores quieren ir a más. Enhorabuena.

Que el mundo es global es un hecho, pero que nuestro pueblo y nuestra comarca nos importan, no es menos cierto. Nos tienen que interesar el misil de Corea del Norte o el proceso de Cataluña, cómo no, pero también el estado de la depuradora cercana, el asfaltado de la calle o la bandera azul de nuestras playas. Personalmente, me gusta mucho este concepto de “glocal”, atribuido a Juan Cueto Alas, asturiano ilustre y, por cierto, también autor del exitoso nombre de Puerto Norte, como confesó Juan Luis Rodríguez-Vigil, padre político de ese proyecto integral de desarrollo para el Bajo Nalón.

El periodismo de cercanía es un lujo en estos tiempos que corren, ya que muchas veces perdemos de vista lo que tenemos delante. Para cubrir esa laguna y hacerlo con agilidad están publicaciones como La Información del Bajo Nalón. Como decía el economista alemán Schumacher, “lo pequeño es hermoso”.

El Bajo Nalón es un paraíso dentro del Paraíso. Y no lo digo solo yo; lo tiene escrito en uno de sus poemas nada menos que el Premio Nobel de Literatura irlandés Seamus Heaney, un asiduo de la zona hasta que nos dejó en 2013. Por cierto, aprovecho para reclamar un homenaje a esta figura que tanto promocionó la comarca, igual que un siglo antes lo hiciera otro ilustre poeta como Rubén Darío. Podría ser una calle con su nombre o cualquier otra distinción similar, porque ya sabemos que de bien nacidos es ser agradecidos.

En el Bajo Nalón estamos rodeados de belleza y riqueza natural, con montes, playas, ríos y puertos, ubicados en el mismo centro de Asturias, a pocos minutos por autovía de las ciudades y con el aeropuerto aquí mismo, lo que nos coloca a una hora de Madrid y a muy poco tiempo del resto del mundo. Este inmenso potencial no se puede minusvalorar ni desaprovechar.

Pero mejor que vivir ensimismados o cerrados, una de las peores tentaciones de los pueblos, tenemos que abrir mentes y, también, por qué no decirlo, exigir lo que nos merecemos. La ambición, cuando es sana, no es mala en absoluto. Hay muchas cosas pendientes, pero tengo que destacar una vez más la que tanto tiempo está costando que salga, refiriéndome a la pasarela que debe unir L’Arena y San Esteban, por muchísimos motivos, pero que podríamos resumir en dos palabras: comunicación y turismo. En suma, beneficios para vecinos y visitantes. Creo de verdad que ya toca hacer esta infraestructura que, encima, ni siquiera tiene por qué ser cara. Cuando viajamos por la Autovía del Cantábrico y vemos en la Concha de Artedo un puente sobre otro puente, se nos cae el alma a los pies, pensando en el dinero público gastado, para que uno de los viaductos esté ahora de pegote. Mientras, la necesaria pasarela del Bajo Nalón sigue pendiente.

En el Bajo Nalón, en Pravia, estuvo en tiempos la capital del Reino de Asturias. Hoy, sin embargo, los tres concejos viven su particular declive demográfico y económico, aunque no es menos cierto que se empieza a palpar una ilusión que no había hace unos pocos años. La gente empieza a valorar lo que tiene, como siempre debió ser, pero ahora más, ya que en caso contrario, otros nos ganarán por la mano. Así las cosas, ¿por qué no se explora en serio la idea de formar un único ayuntamiento? Sería un ejemplo de libro para Asturias. Tenemos la unión física (el río), la unión vecinal (peleíllas menores aparte), la unión económica (somos totalmente complementarios) y solo nos faltaría la unión política y administrativa. Llegaríamos entonces a unos 15.000 habitantes, tendríamos más voz y se podría acceder a mayor financiación para los servicios públicos. ¿Nos atrevemos? Tenemos fácil hasta el nombre de consenso: Bajo Nalón.

Publicado en La Información del Bajo Nalón el 21 de septiembre de 2017 (versión digital: 12 de octubre)


martes, 26 de septiembre de 2017

Estado y precio de la financiación autonómica


No soy tan osado para poner una cifra cerrada. Ni tan atrevido para simular el precio (que no coste) de un nuevo sistema de financiación autonómica. Menos aún pretendo echar gasolina al fuego o veneno al menú de una negociación política que, en realidad, ni ha empezado. A los economistas nos gustan los números, pero a veces los carga el diablo, sobre todo si se sueltan en un momento procesal inadecuado, como elemento de defensa numantina o coartada personal.

Los expertos hemos aprobado un informe que deja muchas puertas abiertas. Cierto y evidente. Pero esto no debería ser visto como una suerte de dejación de funciones (técnicas), sino como el reflejo de algunos disensos de fondo que se han podido reconducir y que, en todo caso, presentan la gran ventaja de servir como patrón flexible para diferentes costuras (políticas).

Dicho lo anterior, es evidente que a partir de ahora se deben concretar aspectos nucleares del sistema, comenzando por la aportación de recursos adicionales, para lo cual hay un estadio previo a dilucidar con varias preguntas. La principal: ¿qué nivel de gasto queremos financiar? ¿Debe aportar la Hacienda central como garante de la igualdad entre españoles? ¿Se deben perdonar deudas con borrón y cuenta nueva? La primera cuestión requiere un amplio acuerdo de Estado, en especial sobre los servicios públicos que hemos dado en llamar fundamentales, por su relevancia para la vida diaria de las personas y para el futuro de nuestro modelo económico y social. A la segunda, mi respuesta es afirmativa, pero la inyección adicional no puede ser un chute gratuito, sino una medicina curativa que sirva para engrasar una negociación, a cambio de compromisos serios por parte de las comunidades autónomas. Ineludiblemente, también es preciso avanzar hacia una mayor autonomía tributaria autonómica, no tanto con mayores porcentajes de cesión (aunque es posible), sino con elementos que garanticen la coordinación, la seguridad jurídica y el ejercicio efectivo de la corresponsabilidad fiscal (de manera singular, en los impuestos indirectos). A la tercera pregunta respondo con una negativa rotunda, igual que la mayoría de los expertos de la Comisión, aunque nada impide que se pueda acometer una reestructuración de plazos, carencias y tipos, bajo la estrecha supervisión del Banco de España y de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal.

Donde sí hemos puesto una cifra muy concreta es en la aportación que deberían hacer las comunidades autónomas de régimen foral (2.600 millones de euros cada año), aunque es evidente que los derroteros políticos van por otro lado, tras la reciente aprobación de la rebaja del cupo vasco y quizás otra en ciernes. Es curioso: si esta cuestión crucial se consultase en referéndum a todos los españoles, me atrevo a pronosticar que saldría un sí mayoritario a una aportación de Navarra y País Vasco al marco común de solidaridad. Obviamente, si el referéndum se convocase solo en esos territorios, la respuesta sería otra, casi con seguridad. Lo que parece claro es que si dicho pago no se produce, esos hipotéticos recursos adicionales deberán salir del bolsillo ciudadano, es decir, de una subida de impuestos en el territorio común. Curiosas paradojas democráticas.

Fueros y huevos. Árboles y nueces. Si algunos ya tienen la proteína y el fruto, el estatus normativo puede esperar y ser revisado más adelante. No hay prisa. Recuerdo que hace exactamente 20 años, el entonces lehendakari Ardanza afirmó con solemnidad –e inusitada sinceridad- que “con este Concierto somos, a efectos tributarios, una especie de 16º Estado en Europa”. Se refería al acuerdo firmado poco antes con el Gobierno de España. Y razón no le faltaba. Mientras, en Cataluña ya es octubre. 


Publicado en el blog De fueros y huevos (RIFDE-Expansión) el 26 de septiembre de 2017 

jueves, 21 de septiembre de 2017

Edades y percepciones


Mal asunto cuando te metes en la cama más tarde un martes que un sábado. Significa que estás invirtiendo tu tiempo en ver cualquier cosa en la tele, preparando una oposición, terminando un proyecto pendiente, recogiendo la casa, cuidando recién nacidos o cerrando un infame turno de trabajo. En ese momento, tu edad ya no es solo la que marca tu carnet de identidad, sino que algo ha pasado para que aquella rutina de antaño ahora sea otra muy diferente. Ya no sales tanto de fiesta. Ya eres mayor.

El tiempo es relativo y un minuto puede ser larguísimo o pasar volando, aunque siempre dure 60 segundos. Con los años pasa lo mismo. Hay jóvenes ya viejos y viejos siempre jóvenes. Personas que les aburría alternar de noche y lo hacían por puro seguidismo del grupo, abandonando esta práctica en cuanto consiguieron pareja estable o entretenimiento alternativo. En el otro lado, mujeres y hombres que peinan canas o se las tiñen, pero que no han perdido su espíritu de alegría y, todavía más importante, de reivindicación. Para mí, esto segundo es admirable. La edad no debe ser un parapeto ni una disculpa. Ojo: tampoco una patente de corso.

Personalmente, me molesta mucho cuando algún veterano utiliza su condición de antigüedad para afirmar con tono de condescendencia y supuesta autoridad que algunos somos muy jóvenes para entender ciertas cosas o que nos sobra ingenuidad. Yo le contesto que quizás lo que le falta a usted es empatía, entusiasmo y capacidad de adaptación a nuevos tiempos y desafíos. Por ejemplo, si un político treintañero sugiere una idea más o menos novedosa, algunos por encima de la sesentena la descalifican de inmediato, solo por la edad del proponente. ¿No recuerdan esos ex ministros o antiguos diputados que cuando ellos accedieron a los cargos contaban esa misma edad? Aquellos penenes, luego catedráticos y altos cargos (o a la inversa, da igual), ¿serían capaces de superar hoy esas cribas con un juicio justo de mérito y capacidad? Hay serias dudas.

Para Antonio Machado, todo necio confunde valor y precio. El que se siente viejo, además, confunde valor y tiempo.

Publicado en La Voz de Avilés el 21 de septiembre de 2017 


martes, 19 de septiembre de 2017

Intervención económica: ¿medicina para Cataluña?


El diagnóstico es claro: hay una comunidad autónoma que ha convocado de forma unilateral un referéndum sin apoyatura jurídica. Sobre esto hay pocas dudas, por lo que no merece la pena insistir. No es la primera vez que lo hace; ahí está el 9 de noviembre de 2014 como antecedente, aunque entonces el tratamiento sintomático consistió en una aspirina y una recomendación de reposo. Es evidente que esa receta no sirvió para mucho. Lejos de curarse por el simple paso del tiempo, aquella dolencia ha empeorado, precisamente por no haber sido tratada de manera activa.

No cabe duda de que la reclamación de fondo acerca de un referéndum es legítima, sobre todo si responde a una demanda social mayoritaria en Cataluña (así lo reflejan todas las encuestas), aunque minoritaria en el conjunto de España. Difícil tratamiento para esta paradoja, ante la que solo cabe aplicar medicina política, no homeopatía jurídica, para evitar en el extremo tener que “intervenir”, en el sentido de acometer una indeseable operación quirúrgica. Por desgracia, en la farmacia española escasea ese suministro básico para la democracia que se llama negociación.

Esa misma comunidad autónoma ha incumplido todos sus objetivos anuales de estabilidad presupuestaria desde 2012, año de aprobación de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera (LOEPSF). De igual modo, la deuda pública catalana con relación a su PIB rebasa con amplitud la media de todas las comunidades autónomas. Y en este caso no se puede echar la culpa al sistema de financiación autonómica, como también parecen indicar las liquidaciones de cada año.

A primera vista, lo que puede preguntarse un ciudadano catalán, asturiano o berlinés es si la aplicación de una medida tan dura como la que aprobó el Consejo de Ministros el 15 de septiembre (BOE del 16) resulta adecuada para lo que se busca. Preguntémoslo de otra manera: ¿es esta la mejor forma de parar un referéndum? ¿Es una norma presupuestaria el instrumento adecuado para frenar la convocatoria? ¿Compromete el hipotético gasto en el referéndum –unos 5 millones de euros, si tomamos la referencia de 2014- los objetivos de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera, en todo caso, ya incumplidos? La respuesta a las tres preguntas se puede resumir en un triple no.

La LOEPSF contempla en su articulado una serie de medidas preventivas, correctivas y coercitivas, aplicables en orden, cuya meta final es garantizar el cumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera. Abarcan correcciones automáticas, planes económico-financieros, depósitos obligatorios en el Banco de España, multas coercitivas y hasta medidas de cumplimiento forzoso. El matiz sobre esta última categoría viene dado por su referencia al artículo 155 de la Constitución, del que se habla tanto últimamente, pero que ni siquiera se ha concretado en qué consistiría su aplicación.

Lo primero que hay que decir es que, hasta el momento, las medidas más estrictas de la LOESPF han permanecido inéditas, a pesar de que en estos últimos años algunas comunidades autónomas –y Cataluña solo es una de ellas- han incumplido sistemáticamente sus objetivos de déficit y deuda, así como los ajustes comprometidos.

El control de pagos aprobado el 15 de septiembre se aleja del procedimiento previsto en la LOEPSF y persigue otros fines –detener el referéndum- que no son los que están en el espíritu y la letra de esa misma LOEPSF. La lealtad institucional se ha roto por parte de Cataluña, obvio, pero la coerción estatal, contrapunto necesario para garantizar el cumplimiento del ordenamiento jurídico y constitucional, en este caso no se está aplicando bien. La Orden HFP/878/2017 no supone una “intervención”, como popular y periodísticamente se suele simplificar, ni tampoco una “sustitución” de competencias en sentido jurídico, puesto que no suspende la autonomía financiera de Cataluña, pero sí la somete a un exhaustivo control que, como la propia orden ministerial dice, se hace “de forma excepcional y sin que sea posible garantizarlo de otro modo”. Si así fuere, el camino correcto sería el artículo 155 de la Constitución, lo que asegura, entre otras cosas, el debate previo en el Senado y la aprobación por mayoría absoluta en esta Cámara.

Pienso que quien incumple la Constitución y las leyes orgánicas y ordinarias, no se amilanará con una orden ministerial que obliga a un urgente acuerdo de no disponibilidad, a una gestión de pagos centralizada en el Ministerio de Hacienda y Función Pública, y a un sometimiento a autorización del Consejo de Ministros para cualquier operación de endeudamiento.

No se debería utilizar un principio como el de estabilidad presupuestaria para envolver, justificar o respaldar todo tipo de ajustes, recortes o medidas, por recesiva que sea la coyuntura económica –algo que hemos visto en esta crisis- o preocupante la situación política. La LOEPSF tiene un objeto definido y, aplicada sin paliativos, no sería Cataluña la única comunidad autónoma susceptible de ver sus finanzas públicas sujetas a control centralizado diario. La gravedad del asunto requiere política fina y no respuestas por cauces cuestionables, solo para contentar a parroquianos o mercados. Mucho me temo que eso solo conduce al caos y a la desafección total. Por si no ha quedado explicitado, digamos que el comportamiento de Cataluña no resulta aceptable, pero lo que se acaba de afirmar no es menos verdad.

En definitiva, por completar el símil sanitario inicial, la cura apropiada para esta fisura del miembro no debe ser una inmovilización total, cuyas consecuencias suelen implicar pérdida de masa muscular (a veces irreversible), sino una terapia de recuperación para poder volver a caminar juntos. De otro modo, parafraseando a Monterroso, el 2 de octubre el dinosaurio seguirá allí.


Publicado en Agenda Pública el 19 de septiembre de 2017

domingo, 10 de septiembre de 2017

Entrevista en El Comercio sobre financiación autonómica

Foto: Mario Rojas

Este domingo se publica en El Comercio la entrevista que me hizo Andrés Suárez, con motivo del informe de la Comision de expertos para la reforma de la financiación autonómica. Felicito al periodista por su rigor profesional y su conocimiento del tema. 
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El trabajo de los técnicos ya está sobre la mesa y el futuro de la reforma de la financiación autonómica es ahora una decisión política. Roberto Fernández Llera, el experto designado por el Gobierno asturiano tras la renuncia de Carlos Monasterio para la comisión que ha sacado adelante un informe con las grandes líneas a seguir, es optimista y confía en que antes o después -quizá en 2018- haya un nuevo modelo que mitigue las insuficiencias del actual. Llera cree que, de llevarse a la práctica las recomendaciones del documento, Asturias saldrá reforzada. En esta entrevista con EL COMERCIO detalla las claves del debate.

-¿Pesimista u optimista respecto de la posibilidad de un acuerdo sobre la reforma de la financiación?

-Optimista. Es verdad que la situación política no es fácil, sobre todo por el tema de Cataluña, pero también que este es un compromiso de primer orden. Quiero pensar que no sé si este año, que va a ser muy difícil, pero sí el próximo, se alcance un acuerdo político si no unánime, al menos lo más amplio posible.

-¿Es sostenible el modelo actual?

-Se aprobó en 2009 por unanimidad, cosa que aspiramos a repetir. 2009 fue el peor año de la crisis. Cualquier otro modelo que se hubiera aprobado entonces hubiera significado también pérdida de recursos para las comunidades, sería imposible tener un dique de contención para la crisis tan fuerte que hubo. Dicho eso, tiene muchas cosas positivas: incrementó la autonomía tributaria de las comunidades, mejoró el grado de nivelación, implicó a todas las comunidades...

-Pero tiene insuficiencias.

-El modelo actual parte de una situación de crisis y ya entonces se reconocía que había una insuficiencia de ingresos para las comunidades. Se trató de corregir esa insuficiencia. Pero la crisis fue de tal impacto que produjo una caída de ingresos muy fuerte que repercutió sobre las comunidades. ¿Puede este modelo seguir aplicándose hoy? Perfectamente. De hecho, las últimas liquidaciones han sido muy favorables para las comunidades, con ingresos extra con los que no se contaba porque la economía funciona. Pero no se puede fiar todo al crecimiento. Hay imperfecciones que conviene corregir.

-¿Qué lectura general hace del informe técnico?

-Me parece razonable desde el punto de vista de que lo firmo, no lo haría si no me encontrase cómodo. No es el informe que yo hubiese hecho en solitario, hay cosas que me gustan más y otras menos. Pero en general me siento cómodo. Hay aspectos que juzgo positivos, como el incremento de la autonomía tributaria de las comunidades, el establecimiento de mínimos en algunos impuestos para evitar la competencia dañina a la baja, el refuerzo del Fondo de Compensación Interterritorial (FCI)...

-¿Y qué le gusta menos?

-Me hubiera gustado que en algunos temas se hubiese sido más concreto. Por ejemplo, en la aportación de la Hacienda central al modelo. O en la gestión de la deuda que las comunidades han contraído a través de mecanismos como el FLA. Mi posición es contraria a las quitas. Aquí la comisión no alcanzó un acuerdo unánime aunque sí mayoritario a favor de una reestructuración de la deuda, pero sin quitas. Salvando algunas cosas, estoy contento con el informe.

-Temas concretos. ¿Las regiones necesitan más autonomía fiscal?

-Creo que sí. Las comunidades no deben ser solo autónomas por el lado del gasto, deben exigir a sus ciudadanos el pago de unos impuestos acordes con esos gastos que prestan en servicios fundamentales. Eso debe ir acompañado de corresponsabilidad fiscal, que debe reforzarse. Es bueno que una comunidad, cuando tiene una necesidad financiera, no solo acuda a pedir al fondo común sino que también pida a sus ciudadanos en la parte que le corresponda. Ha sido habitual en los últimos años que el Gobierno central recurriera políticas tributarias de las comunidades.

-En Asturias, el tributo a la banca.

-Y en bastantes casos el Tribunal Constitucional terminaba dando la razón al Gobierno central. Cuando algunas comunidades intentan ejercer su corresponsabilidad fiscal y eso se ataca, no me parece conveniente. El informe plantea corregirlo dando a las comunidades más capacidad tributaria, por ejemplo, con un IVA colegiado. Que las comunidades, en ese tramo autonómico, tengan capacidad para modificar el tipo, cosa que ahora no ocurre. Y lo mismo con los impuestos especiales. Se haría de forma colegiada, de acuerdo entre todas las comunidades o una mayoría de ellas.

-¿Es necesaria una armonización de determinados impuestos? Hablo de Sucesiones y Patrimonio. Porque hay una batalla fiscal evidente.

-No tengo duda de que hay que poner coto a esa batalla fiscal. Y aquí la comisión ha sido unánime y contundente. Hay que fijar unos niveles mínimos de tributación en Sucesiones y en su caso en Patrimonio. Sucesiones, si nos hacen caso, ya no se debería cuestionar como impuesto pero sí establecer un nivel mínimo de tributación en todo el Estado y, a partir de ahí, cada comunidad podrá establecer el tipo que le parezca. Pero siempre respetando ese mínimo.

-Copagos autonómicos, en sanidad u otros ámbitos, ¿sí o no?

-El informe plantea que las comunidades tengan la facultad para establecerlos, no las obliga. A mí no me gustan, y creo que la vía adecuada para financiar los servicios son los impuestos. Pero la posibilidad queda ahí.

-Los expertos utilizan un término, 'nivelación', que suena demasiado técnico a pie de calle. 'Solidaridad' resulta más cercano. ¿La propuesta de los expertos garantiza la solidaridad entre regiones o se corre el riesgo de favorecer a las más 'ricas'?

-En el ámbito de la financiación la solidaridad tiene dos caras. Una, la que los expertos llamamos 'nivelación', supone, a través de los mecanismos de redistribución del sistema, tratar de igualar la capacidad de prestación de los servicios públicos fundamentales. Algunas comunidades recaudan más de lo que necesitarían para financiar sus servicios y otras no llegan; lo que hace el sistema es nivelar esos recursos.

Un fondo que languidece

-¿Y la segunda cara?

-La otra es la que se refiere a tender a igualar la renta y la riqueza de las comunidades. Y esto no se hace dentro del sistema sino con un instrumento que está fuera y que es el FCI. Ese fondo se debe reforzar de manera significativa porque en estos últimos 25 años ha languidecido, ahora son del orden de 400 millones de euros. Poco vamos a contribuir al desarrollo regional con esa cifra, a repartir entre todas las beneficiarias.

-Hablemos de la primera cara de la solidaridad. ¿Hasta dónde nivelar?

-La cuestión es si hay que nivelar todos los servicios públicos, solo los fundamentales, algo intermedio... Es una decisión política. Los técnicos sí decimos que se podría partir del sistema actual, donde la nivelación parte de los servicios fundamentales (sanidad, educación y servicios sociales), que suponen en torno al 75% del gasto autonómico. Y planteamos que nada impediría llegar al 100% del gasto, el conjunto de los servicios. Más nivelación siempre parece que se opone al principio de autonomía, si nivelamos todo y no dejamos margen alguno a la autonomía, esto sería casi una Delegación de Gobierno y no una comunidad autónoma. No es eso lo que pretendemos, pero sí que se parta del modelo actual y, si los políticos creen que hay que incrementar esa nivelación, es una opción legítima.

-Si se potencia el FCI, lo lógico es que Asturias saliera beneficiada.

-Es así porque cualquier incremento del fondo va a repercutir también en Asturias. Hicimos alguna simulación numérica, que no se recoge en el informe en aras del consenso, y hablamos de que podría multiplicarse por ocho o nueve el actual FCI. Eso supone que si Asturias recibe hoy doce o trece millones, es fácil echar la cuenta. Podría llegar a cien millones. La ganancia de Asturias es segura. Pero es una decisión política.

-Si el informe se aplica en sus términos actuales, ¿en qué posición quedaría Asturias? ¿Saldría reforzada?

-Hay muchas cuestiones abiertas y poner cifras no es posible en este momento. Ahora bien, creo que el informe es positivo para Asturias, por varias razones. Primero, porque Asturias va a reforzar su autonomía financiera. Me refiero a lo que antes comentamos del IVA o los impuestos especiales. También esos mínimos en Sucesiones o Patrimonio. Otra buena noticia es el ámbito de la solidaridad, no se cuestiona lo que hay y podría ser incluso superior. Ya hemos hablado del FCI. Y en cuanto a la deuda, la posición mayoritaria es que no se permitan las quitas. No obstante, sí abogamos todos por una reestructuración de la deuda y la renegociación con el Estado de plazos, tipos... Todo ello sin hablar de la posibilidad de que haya una aportación adicional de recursos del Estado.

-¿Cree que el Estado pondrá más recursos o habrá que repartir la misma tarta de otra manera?

-La reforma de la financiación debe verse en el contexto económico. En 2009 era malo y ahora es un poco mejor. Esto ayuda a engrasar el sistema y que el Estado tenga más fácil aportar recursos extra. Será cuestión de voluntad política. Nosotros no ponemos cifra. Sí lo hacemos a la necesaria aportación de las comunidades de régimen foral, País Vasco y Navarra, a la solidaridad del conjunto.

El «injusto» cálculo del cupo

-¿Cuál?

-Entre los recursos adicionales que habría que inyectar deberían estar unos 2.600 millones de euros de las comunidades de régimen foral para contribuir a la solidaridad porque ahora no lo están haciendo. 2.600 millones más al año, porque ahora es cero. Claro, esto casa mal con lo que se va a aprobar sobre la rebaja del cupo vasco. Nosotros planteamos lo contrario. Aquí sí que es una cuestión política de primer orden. Nosotros no discutimos el sistema de concierto ni de convenio, está en la Constitución, pero sí, y mucho, el cálculo del cupo vasco y de la aportación navarra.

-¿El cálculo es injusto?

-Sin duda. No hay contribución a la solidaridad, es poco transparente... Tiene que serlo, y por eso ponemos esa cifra de 2.600 millones al año.

-¿Hasta qué punto la coyuntura general, y singularmente Cataluña, condicionan la negociación?

-Mucho. En la comisión de expertos todas las comunidades propusieron uno excepto Cataluña. Un sistema de financiación sin Cataluña no es posible. Abogo por que esto se pueda no sé si resolver, pero sí reconducir, y que Cataluña vuelva a la mesa de la negociación común y se logre un acuerdo.

-Algunos partidos, y hablo del PP, han cuestionado con dureza su labor en la comisión de expertos.

-Yo soy el experto propuesto por el Gobierno de Asturias para formar parte de la comisión. No represento a nadie más que a mí mismo. Trabajé con absoluta libertad tratando de construir un modelo lo más razonable posible, mirando a Asturias y desde Asturias. No recibí consignas ni instrucciones de ningún tipo. Defendí lo que creía honesto y sensato, sin perder de vista a Asturias. Y creo que el informe beneficia a Asturias, si los políticos finalmente concretan esta propuesta en un sistema de financiación.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Jornada en la FACC sobre financiación local


La Federación Asturiana de Concejos (FACC) celebró el 4 de septiembre la jornada Nuevos horizontes para la financiación local, en la que intervinieron Javier Suárez Pandiello, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo y miembro del grupo de expertos de la Comisión Mixta FEMP-Gobierno sobre financiación local; el interventor general del Ayuntamiento de Las Rozas (Madrid), Fernando Álvarez Rodríguez; y Roberto Fernández Llera, acreditado como profesor titular de Economía Aplicada, jefe del Gabinete Técnico de la Sindicatura de Cuentas del Principado de Asturias y miembro de la Comisión de expertos para la reforma de la financiación autonómica. En los siguientes enlaces estás nuestras respectivas presentaciones:

sábado, 2 de septiembre de 2017

Vacaciones y retornos

unaidegarai.com
Hasta aquí hemos llegado. Aunque el cierre del mes de agosto no marca el final del verano atmosférico, sí señala el final de las vacaciones para la inmensa mayoría de los que trabajamos en España. Son de esas tradiciones que pesan más que cualquier ley o intento de cambiarlas. Solamente a la altura de las pagas extraordinarias, el chupito, el contrato precario, el chiringuito o las chanclas de colores.

Agosto lo detiene casi todo en España, excepción hecha del tráfico en las carreteras y en las redes sociales. El primero, adornado con maletones, bacas, sombrillas y familias telerín. El segundo, sustituyendo los contenidos profesionales por el rosario de fotos de famosos y famosas con poca ropa, políticos morenazos o nuestras propias aventuras al sol. Da igual que tengamos delante desafíos de primera categoría, incluyendo asuntos tan crudos como el terrorismo internacional, el separatismo, el déficit público, la financiación autonómica, el desempleo o la violencia machista. Agosto es sagrado. Ya, si eso, en septiembre retomamos. En Wall Street se dice que “el dinero nunca duerme”. Pues la política en España en agosto echa la siesta.

Y no digo yo que lo anterior sea mala cosa. Es más, como prueba de cargo ofrezco mi historial de vacaciones, casi siempre en agosto, salvo unas pocas excepciones. En esto soy poco original o muy español, según se mire. Lo que me lleva a ser crítico, como ciudadano, es la desatención de determinadas cuestiones que, por meterlas en la nevera de playa, no se van a arreglar solas. Algunas hasta se pueden pudrir. Peor aún: sabemos de sobra que la vuelta al cole, al curro o al escaño no son inmediatas; el cuerpo, la mente y los periodos de sesiones necesitan un cierto tiempo de descompresión para volver a rendir a tope. Si subimos muy rápido, como en el buceo, nos arriesgamos a un colapso. Por eso si agosto es la mar, septiembre es la arena, pero todavía no habremos llegado al asfalto y a nuestras preocupaciones casi hasta octubre. Para algunas, quizás hasta ya sea tarde.

La costumbre es fuente de derecho y no parece lo más adecuado que de un día para otros se revienten algunos usos de larga raigambre. Tampoco hay que abusar de esa frase tan demoledora como española: “esto siempre se hizo así”. Por todo ello, hay que cuidar, pero también innovar la tradición, aunque nunca a las bravas. Igual que un buen cocido, las rutinas sociales necesitan posar. En cualquier caso, feliz mes de agosto (del año que viene). 

Publicado en La Voz de Avilés el 2 de septiembre de 2017