Dos palabras que, nada más leerlas o escucharlas, ya ponen en guardia a mucha gente. Si las juntamos en una misma frase, nos sale un asesor fiscal, profesionales muy respetables y a los que siempre admiré, puesto que no resulta nada fácil estar actualizado en un tema tan cambiante e intrincado como el Derecho tributario. De esto sabe muchísimo mi compañero de columnas en estas páginas, presidente del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF), el avilesino Jesús Sanmartín Mariñas.
Lo cierto es que a diferencia de los buenos y honestos asesores fiscales, hay otros que en lugar de dar consejo o dictamen, parece que sólo quieren arruinar a sus clientes, si no en términos de dinero, sí en su reputación frente a terceros. Me refiero sobre todo a esos casos de personas “de alto interés cultural, científico o deportivo” (uso la expresión literal) que de repente cambian su residencia fiscal a paraísos como Andorra, Liechtenstein, Luxemburgo, Suiza o diversas islas exóticas repartidas por el mundo. O de quienes construyen o consienten entramados para ocultar fortunas y rentas, bordeando la legalidad vigente. Ya ni siquiera hablo de los condenados en firme por delitos contra la Hacienda Pública. Me parece muy legítimo que quieran hacerlo, pero entonces que no me hablen de la patria ni del honor, como cantaba muy cabreado Víctor Manuel.
El penúltimo que hemos conocido es nada menos que el Campeón del Mundo de MotoGP, el (hasta ahora) español Marc Márquez. Y nada nos impide pensar que detrás irá su hermano pequeño, Álex, Campeón del Mundo de Moto3. Queridos compatriotas: ¡no me vendáis la moto! (perdón por el chiste fácil).
Estos chicos son millonarios, además de ídolos para mucha gente y figuras a imitar por parte de millones de niños y niñas. Tienen una cuota de responsabilidad social que ningún asesor fiscal puede dejar de lado, justificando “su trabajo” sobre la base de minimizar el pago de impuestos para su cliente. No. No vale todo. No es de recibo envolverse en una bandera a la que luego insultas huyendo del país. Y lo peor de todo: no debes eludir tus responsabilidades, sólo por el hecho de que puedas hacerlo. Eso se llama fraude. Y, si no llega a ser delito, al menos sí es muy reprochable moralmente. ¿A cuánto cotiza la ética fiscal? Creo que bastante menos que el euro o el dólar. En el caso concreto, le pronostico a Marc Márquez un amplio palmarés de carreras y campeonatos. Pero también le deseo un final como el de Arantxa Sánchez Vicario y otros ilustres súbditos andorranos.
Publicado en La Voz de Avilés el 22 de diciembre de 2014.
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