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Excurso muy personal. Prometo que todo lo que cuento aquí es cierto.
El domingo de Ramos salí desde mi casa en Avilés para correr un poco, con el único fin de disfrutar de una mañana de primavera haciendo deporte. No por moda, sino por salud. La ruta partió del Carbayedo, bajando por el Parche (lleno de gente con ramos y palmas), atravesando la pasarela del Niemeyer, continuando por el paseo de la ría hasta Llaranes, Las Vegas, Molleda, Villa, límite con el concejo de Illas y vuelta por La Magdalena.
Pues bien, cuando llego a casa me entero de que en Las Vegas, por donde acababa de pasar, se había
derrumbado el techo de una vivienda, afortunadamente sin desgracias personales. De igual modo conozco que hubo un
incendio en una cuadra en El Bretón, también sin daños personales ni a los animales. ¿Casualidad? ¿Gafe? Vaya usted a saber. Lo único cierto es que sin saberlo pasé por los lugares de los dos sucesos del día en la comarca. Y no tengo buena sensación desde entonces.
Unas horas antes, en la zona de Les Campes, en Oviedo, donde también suelo salir a trotar cuando estoy en la capital, el tren
arrolló a un chaval. La jornada se remató con la sorprendente
muerte de un joven concejal de Siero. Un domingo de Ramos aciago y que da para pensar.
El misterio personal de este día sigue. Tras la ducha y el estiramiento, me dispongo a preparar la declaración de la renta y para ello busco mis papeles del año pasado, con el fin de solicitar los datos fiscales a la
Agencia Tributaria. Paso media hora rescatando ficheros, pero detecto que me falta una cifra. Media hora después desisto porque por fin recuerdo que la tengo en mi oficina del trabajo. Pero hete aquí que cuando miro mi móvil (silenciado hasta entonces), la propia Agencia Tributaria me acaba de enviar la referencia para consultar esos datos que me faltaban. ¿Me estaban leyendo el pensamiento con procedimientos ultramodernos? ¿Otra simple casualidad? O quizás sólo sea la muestra de que los servicios tributarios funcionan estupendamente.
No sé si todo esto será cosa del misticismo de la Semana Santa, aunque sospecho que no. Lo más normal es que estemos pensando en
playa y vacaciones, más que en ayunos y procesiones. Pero algo de intriga me suscita todavía.