Ahora que ya pasaron algunas semanas, nadie se acuerda. O al menos, para ser justos, nadie se manifiesta en contra. Me estoy refiriendo al cierre del último cine urbano de Avilés, el ‘Marta’ (aunque a mí siempre me gustó llamarlo ‘Marta y María’, como la novela de Palacio Valdés). Está muy bien ser solidario con el sol en el ocaso, pero también hay que preocuparse de que salga todos los días.
Ahí fui yo al cine por primera vez con mi madre y todos mis primos, hace ya un montón de años. Ahí fui también por última vez hace unos pocos meses a ver “Tesis sobre un homicidio”, protagonizada por Ricardo Darín. Esta pequeña intrahistoria es la que nos queda a cada uno en nuestro interior, como recuerdo de un pasado que el DVD, Internet y la piratería terminaron por hundir.
Me confieso culpable de no ser cliente asiduo, pero igualmente confieso que no me sentía con fuerza para acudir el último día a protestar contra el cierre. Lo que más lamento es la gente que se va a quedar en el paro por esta clausura, pero no nos engañemos: todos hemos puesto de nuestra parte para que los cines tradicionales en Avilés –y en casi todos los sitios- hayan pasado a mejor vida. Antes ya habían apagado sus focos el ‘Canciller’ (reconvertido en parroquia), los ‘Chaplin’ (un solar dedicado a pisos, algunos en régimen de protección) o el ‘Almirante’ (todavía esperando que alguien se acuerde de este local).
Lo más urgente que nos debe preocupar es el estado del palacete que fue sede del ‘Marta y María’ hasta estos días. O, para ser más precisos, el estado de la fachada del edificio, único elemento original que queda en pie, como bien recordó Alberto del Río Legazpi en sus Episodios avilesinos, publicados en este periódico. Acordémonos que, no hace tanto, por poco se nos derrumba el magnífico teatro Palacio Valdés (de nuevo el autor lavianés-avilesino), lo cual felizmente se evitó, eso sí, a base de gastar mucho dinero público en su rehabilitación. No lleguemos a ese extremo de desidia en este caso, ahora que todavía estamos a tiempo.
Tampoco seamos hipócritas ni pesimistas. No sigamos defendiendo lo que antes no nos importaba (el cine tradicional) o, peor aún, contribuíamos a su paulatina rendición. Y, por último, como “todo y pasa y todo queda”, sigamos a Antonio Machado en su consejo y hagamos “camino al andar”. También en un momento dado del siglo XX cerraron las sombrererías, pero luego abrieron las tiendas de videojuegos. El futuro es innovar.
Ahí fui yo al cine por primera vez con mi madre y todos mis primos, hace ya un montón de años. Ahí fui también por última vez hace unos pocos meses a ver “Tesis sobre un homicidio”, protagonizada por Ricardo Darín. Esta pequeña intrahistoria es la que nos queda a cada uno en nuestro interior, como recuerdo de un pasado que el DVD, Internet y la piratería terminaron por hundir.
Me confieso culpable de no ser cliente asiduo, pero igualmente confieso que no me sentía con fuerza para acudir el último día a protestar contra el cierre. Lo que más lamento es la gente que se va a quedar en el paro por esta clausura, pero no nos engañemos: todos hemos puesto de nuestra parte para que los cines tradicionales en Avilés –y en casi todos los sitios- hayan pasado a mejor vida. Antes ya habían apagado sus focos el ‘Canciller’ (reconvertido en parroquia), los ‘Chaplin’ (un solar dedicado a pisos, algunos en régimen de protección) o el ‘Almirante’ (todavía esperando que alguien se acuerde de este local).
Lo más urgente que nos debe preocupar es el estado del palacete que fue sede del ‘Marta y María’ hasta estos días. O, para ser más precisos, el estado de la fachada del edificio, único elemento original que queda en pie, como bien recordó Alberto del Río Legazpi en sus Episodios avilesinos, publicados en este periódico. Acordémonos que, no hace tanto, por poco se nos derrumba el magnífico teatro Palacio Valdés (de nuevo el autor lavianés-avilesino), lo cual felizmente se evitó, eso sí, a base de gastar mucho dinero público en su rehabilitación. No lleguemos a ese extremo de desidia en este caso, ahora que todavía estamos a tiempo.
Tampoco seamos hipócritas ni pesimistas. No sigamos defendiendo lo que antes no nos importaba (el cine tradicional) o, peor aún, contribuíamos a su paulatina rendición. Y, por último, como “todo y pasa y todo queda”, sigamos a Antonio Machado en su consejo y hagamos “camino al andar”. También en un momento dado del siglo XX cerraron las sombrererías, pero luego abrieron las tiendas de videojuegos. El futuro es innovar.
Publicado en La Voz de Avilés el 26 de septiembre de 2013
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