Ya se roba hasta escoria de arrabio para venderla a chatarrerías de la Comarca de Avilés. ¿También esto es culpa de la crisis o es un ejemplo más de nuestra España? Pues un poco de ambas cosas.
La escoria es el residuo de la fundición, pero también “cosa vil y de ninguna estimación”. Entonces, ¿para qué la roban? O la situación es desesperada y ya vale todo o, en su caso, la escoria se paga a un precio nada despreciable en el mercado negro (y nunca mejor dicho).
También me pregunto cómo lo habrán hecho. En la película Cadena perpetua, Andy Dufresne (Tim Robbins) cava un túnel para escapar de la cárcel, deshaciéndose del escombro mediante pequeños transportes al patio dentro de sus bolsillos. Algo parecido debió ocurrir aquí, pero cambiando escombros de ladrillo por escoria de arrabio y pantalones por furgonetas. Unos transportes que circulaban desde la fábrica hasta sus destinos, parece ser que con nocturnidad, alevosía y escaso control, aunque al final fueron pillados.
Si a una crisis de trágicas dimensiones le añadimos la típica picaresca española, nos salen retratos tan cutres y tan graves como este. No hay más que ver la evolución reciente. Donde antes se robaban cable de cobre y tapas de alcantarilla, ahora se hurtan también escoria y chatarra. Donde antes las casas de empeño recogían oro, ahora también pagan por la plata. Donde antes los contenedores almacenaban basura, ahora sirven como lugar de intercambio. Dramático este nuevo estraperlo del siglo XXI.
La misma televisión que ofertaba cientos de créditos al consumo “sin hacer preguntas” y publicitaba pagarés de empresas con una rentabilidad exagerada, ahora programa concursos cuyos premios son vales de comida. En el mismo país donde una familia media podía salir a cenar fuera de casa, ahora sus colegios públicos deben habilitar espacios para las fiambreras. Hemos pasado de asimilar veinte duros y un euro a volver a escudriñar el folleto de ofertas del supermercado.
Este es el mismo país donde la noticia más leída es la nueva relación extramarital de Belén Esteban o el enésimo partido del siglo entre Real Madrid y el Barcelona. Así es imposible tomarse en serio la lucha contra el paro, el fraude fiscal o la economía sumergida.
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