sábado, 7 de abril de 2012

Recortes y presupuestos


Nos repiten que los Presupuestos Generales del Estado para 2012 son “los más austeros de la democracia”. Si esto se considera un mérito, a mí me parece todo lo contrario o, por lo menos, denota una escasa imaginación política. Puestos a ser austeros, recortemos el Sector Público hasta dejar sólo la Policía (la Guardia Civil sería una duplicidad imperdonable), un ejército de ‘militronchis’ y un puñado de jueces para que garanticen la propiedad privada. Al fin y al cabo, es lo que querían los padres liberales de la economía. Pero, claro, esto no casa bien con el “Estado social y democrático de Derecho” que proclama nuestra Constitución.

Demagogias aparte, la valoración de estos presupuestos debe partir de su primer objetivo: la reducción del déficit público. No lo vamos a discutir en su esencia, menos aún cuando nos hemos comprometido ante la Unión Europea y ante ‘los mercados’. Si queremos ser más pragmáticos aún, es también necesario para rebajar una factura de intereses que hace peligrar algunos servicios básicos. Donde sí cabe un amplio margen para la discusión es en el modo de hacer el ajuste, al menos, por dos vías.

La primera, para defender en la UE (o en la Cancillería alemana) una senda de ajuste más sosegada de la que nos han exigido a calzador. Siendo el déficit un problema grave para España, en parte queda amortiguado por nuestro nivel de deuda pública, muy inferior a la media. Sin duda, es mucho más dramática para España la cifra de paro, la que ahora va a contribuir a engordar el Gobierno de España con sus impactantes medidas de recorte y con una reforma laboral que empobrece a las personas trabajadoras que cobran un salario. Se deben adoptar medidas mucho más activas de reactivación o caminaremos hacia un riesgo social de consecuencias impredecibles.

La segunda vía de actuación ataca el mito de que el Estado debe ser como una familia. Las familias también se endeudan (sobre todo para comprar vivienda o coche) pero, lo más importante, es que no disponen de los impuestos para allegar recursos, como sí tiene el Sector Público. Los tijeretazos que se anuncian al gasto público presentan visos de ser permanentes, mientras que las subidas de impuestos siempre son “extraordinarias” y “temporales”, hechas como con miedo. Háganse preguntas como esta: ¿prefiere usted pagar 10 euros más de impuestos al mes o que se reduzcan aulas en la escuela pública? Ya lo escribí en alguna ocasión: hagamos podas selectivas del gasto cuando sean necesarias, pero nunca una tala indiscriminada.

Publicado en La Voz de Avilés el 7 de abril de 2012

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