Somos un país de picaresca. Y esta crisis no está haciendo más que acentuar algunos comportamientos poco éticos, cuando no directamente ilegales. Nos falta un acuerdo general sobre ciertas actitudes que a mí se me antojan intolerables. Veamos algunos mandamientos de esta religión del engaño.
«Envidia siempre al ladrón». El refrán dice que quien roba a un ladrón, tiene cien años de perdón. Discutible. Pero muchísimo más grave es tener envidia del que roba, del corrupto, del que presume de haber evadido impuestos, de quien fanfarronea por haber obtenido de la Seguridad Social una paga por incapacidad, a pesar de que juega al pádel como si tal cosa. Algunas personas defienden una especie de derecho universal a robar, en lugar de condenar y castigar al que actúa contra los bienes ajenos.
«Estafa que algo queda». Intenta siempre defraudar, ya sea al tendero de la esquina, a tu empresa o a la Hacienda Pública (que somos todos, no se olvide). Estiremos este argumento hasta el absurdo y acabaremos por repartir miseria en un mundo de ciegos, donde el tuerto no será el rey, sino el que más y mejor haya estafado.
«Miente como un bellaco». No te preocupes por estar bien después de un accidente o de una enfermedad. Olvida también a tu familia. Lo verdaderamente importante es sacarle al seguro el mayor dinero posible, aunque para ello haya que falsear partes, ponerse un collarín de pega o exagerar las dolencias. Todo ello con la necesaria colaboración de algún profesional amiguete en la abogacía, la medicina o la asesoría fiscal.
«No trabajes bien». Negocia un convenio donde todos los empleados cobren lo mismo, no vaya a ser que la evaluación del desempeño te quite dinero y te estropee las próximas vacaciones. Cumple escrupulosamente con tus obligaciones, no te pases, para evitar que al año siguiente te exijan todavía más. Y si no rindes bien, siempre te podrás poner de baja.
«Explota al trabajador». Si tienes una empresa, no dejes que unos contratos laborales estables te estropeen un buen margen de beneficios. Al fin y al cabo, es lo que hacen todos, ¿no?
Publicado en La Voz de Avilés el 5 de noviembre de 2010.
2 comentarios:
Muy brillante. Pero es difícil cambiar la mentalidad de un país, sobre todo si desde el Estado no se genera una cultura de la honradez, un comportamiento ético decente que, en ocasiones, brilla por su ausencia. Es un cambio que se debe hacer entre todos o no se hará.
Fernando, repito lo que dije en la entrada, más o menos lo mismo que tú: "Nos falta un acuerdo general sobre ciertas actitudes que a mí se me antojan intolerables"
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