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lunes, 15 de marzo de 2010
Vuelve... Impuesto sobre el Patrimonio
Creo que la decisión de suprimir el gravamen del Impuesto sobre el Patrimonio desde 2008 fue un error. ¿Por qué lo creo? Porque desde entonces se dejó sin tributación la "riqueza de los ricos", es decir, los patrimonios más altos de España.
El Impuesto sobre el Patrimonio contribuye a la redistribución de la riqueza, mejora el control y el seguimiento de los grandes patrimonios y supone unos 2.000 millones de euros de recaudación, los cuales van íntegramente a las Comunidades Autónomas, al tratarse de un impuesto cedido. Sabemos que tenía algunos importantes fallos de diseño, pero ninguno irresoluble. Haciendo un símil sanitario, se tendría que haber apostado por curar esas dolencias, en lugar de cortar por lo sano y suprimir el gravamen totalmente.
Es cierto que en el momento que se anunció, ni el Gobierno de España ni nadie podía prever la profundidad de la crisis económica que se avecinaba, con el tremendo impacto sobre las finanzas públicas. Pero asumiendo que la decisión de suprimirlo fue un error, pensar en recuperarlo ahora es obvio que parece un acierto. Lo que no cabe es criticar las dos cosas al mismo tiempo. No obstante, hay que contar en todo caso con las Comunidades Autónomas.
Mi propuesta pasa porque se reformule para convertir este tributo en un impuesto sobre las grandes fortunas, diseñando sus elementos de tal forma que no recaiga sobre los patrimonios medios. Bastaría con establecer un patrimonio exento suficientemente alto y, a partir de ahí, utilizar uno o dos tipos de gravamen. Por razones de equidad deberíamos dejar fuera en todo caso el gravamen de la vivienda habitual y reforzar la carga soportada por la riqueza improductiva, por ejemplo, fincas agrarias sin explotación, viviendas vacías o "colecciones" de coches y yates.
La política fiscal debe ser dinámica y flexible ante situaciones cambiantes de la economía. No estoy nada de acuerdo en mantener un discurso de piñón fijo sobre bajadas de impuestos siempre y en todo lugar. Coyunturas distintas requieren respuestas también distintas. Igual que nos abrigamos más cuando hace frío o nos quitamos ropa cuando hace calor.
Aquí podéis ver un resumen de mi opinión (y de otras que coinciden en algunos puntos) en La Voz de Asturias.
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