http://elpais.com/autor/antonio_fraguas_forges/a/ |
Me curo en salud: el título de esta columna es insulso y poco original. Pero como el que escribe es economista, me temo que en esas dos palabras se encierra gran parte del acervo de nuestra profesión, sin que podamos prescindir de ellas ni cuando leemos el periódico. Parafraseando a Sabina, confío en poder traspasar esa línea divisoria “que va del tedio a la pasión” o, siendo más modesto, despertar algún interés por lo que sigue.
Recientes noticias y anuncios por palabras nos alertan sobre la importante brecha de conocimiento y formación entre lo que se necesita y lo que se tiene. Empresas del metal, algunas muy importantes instaladas en Avilés, están buscando personal cualificado para trabajar en soldadura, calderería o tornería. Sus gestores se quejan de que no encuentran gente dispuesta o preparada –o ambas cosas- para ello. Es decir, hay una demanda de profesionales que nuestra oferta de mano de obra no puede cubrir. Por tanto, dado que la empresa necesita esa fuerza laboral, sí o sí, de algún modo la tendrá que obtener, bien sea buscando fuera de Asturias o directamente trasladando su sede a medio plazo fuera de nuestra tierra. Ley de vida. Ley de globalización económica. Así de crudo.
Mientras, veo en la tele que hay más de 9.000 ‘ni-nis’ en Asturias, algunos menos que hace un año y, en proporción, por debajo de la media española, lo cual no le resta un ápice de dramatismo al dato. Más que un desajuste, como se ha escuchado, esto es una verdadera tragedia y, si me apuran, un lujo que no se debe permitir. ¿Cómo es posible que alguien entre 16 y 24 años –y con más edad también- no esté estudiando ni trabajando? Mi pregunta es: ¿qué hacen esa chica o ese chico cada día? ¿A qué aspiran? Ni oficio, ni beneficio: más bien indicio, eso sí, de exclusión social.
La construcción desaforada durante la burbuja provocó muchos daños y el peor no fue la multitud de pisos vacíos. A mi juicio, resultó mucho más grave el abandono del proceso formativo personal por la idea de ganar dinero fácil. Unos suculentos euros a corto plazo (de nuevo la oferta y la demanda) que, lógicamente, un buen día se acabaron y dejaron a esas personas en desamparo. No se puede asentar de nuevo ese modelo, como algunos parecen sugerir. La senda es la contraria: educación y repesca de quienes han quedado fuera.
Recientes noticias y anuncios por palabras nos alertan sobre la importante brecha de conocimiento y formación entre lo que se necesita y lo que se tiene. Empresas del metal, algunas muy importantes instaladas en Avilés, están buscando personal cualificado para trabajar en soldadura, calderería o tornería. Sus gestores se quejan de que no encuentran gente dispuesta o preparada –o ambas cosas- para ello. Es decir, hay una demanda de profesionales que nuestra oferta de mano de obra no puede cubrir. Por tanto, dado que la empresa necesita esa fuerza laboral, sí o sí, de algún modo la tendrá que obtener, bien sea buscando fuera de Asturias o directamente trasladando su sede a medio plazo fuera de nuestra tierra. Ley de vida. Ley de globalización económica. Así de crudo.
Mientras, veo en la tele que hay más de 9.000 ‘ni-nis’ en Asturias, algunos menos que hace un año y, en proporción, por debajo de la media española, lo cual no le resta un ápice de dramatismo al dato. Más que un desajuste, como se ha escuchado, esto es una verdadera tragedia y, si me apuran, un lujo que no se debe permitir. ¿Cómo es posible que alguien entre 16 y 24 años –y con más edad también- no esté estudiando ni trabajando? Mi pregunta es: ¿qué hacen esa chica o ese chico cada día? ¿A qué aspiran? Ni oficio, ni beneficio: más bien indicio, eso sí, de exclusión social.
La construcción desaforada durante la burbuja provocó muchos daños y el peor no fue la multitud de pisos vacíos. A mi juicio, resultó mucho más grave el abandono del proceso formativo personal por la idea de ganar dinero fácil. Unos suculentos euros a corto plazo (de nuevo la oferta y la demanda) que, lógicamente, un buen día se acabaron y dejaron a esas personas en desamparo. No se puede asentar de nuevo ese modelo, como algunos parecen sugerir. La senda es la contraria: educación y repesca de quienes han quedado fuera.
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