Malos tiempos para la economía española, europea y mundial. Hay días que da la sensación de que todo se hunde y lo mejor es saltar del barco. Francamente,
no creo que lo mejor frente a una situación de crisis sea lamerse las heridas y penar continuamente, sino impulsar nuestros puntos fuertes, destacar los aspectos positivos y, por supuesto, reformar todo aquello que funcione mal o que suponga un lastre para nuestro desarrollo económico y social.
Avilés tuvo que hacer frente a varias crisis en el pasado, sobre todo cuando el gigante de la industria siderúrgica se vino abajo con todo su peso, aplastando empresas, puestos de trabajo e ilusiones en su caída. Pero hoy no toca hablar de historia, aunque tampoco debamos perderla de vista.
En la comarca de Avilés y en toda Asturias llevábamos mucho tiempo haciendo sacrificios que, ahora, vemos que nos pueden servir como valiosa experiencia. Como no quiero caer en un discurso vacío, simplemente anotaré un dato objetivo. Si se compara la cifra de paro registrado en abril de 2010 con la que había en abril de 2007, justo en el momento más alto de la expansión económica, observamos que en España el número de personas desempleadas aumentó un 105%. En cambio, en Asturias el crecimiento fue del 60% y en la Comarca de Avilés del 54%. Sin duda, son cifras dramáticas todas ellas, pero téngase en cuenta que se compara de forma intencionada un momento muy alto con otro muy bajo, de ahí las enormes diferencias. Para el caso que nos ocupa, lo evidente es que Asturias y la Comarca de Avilés han resistido mucho mejor los envites de una crisis muy severa. Y esto nunca puede ser fruto de la casualidad.
Yo no sé si el de Avilés puede ser un modelo exportable a otras zonas. De lo que sí estoy convencido es que nada tiene que ver este presente con el pasado de hace 20 años. A mi juicio, hay varios factores que nos sitúan con ciertas ventajas con respecto a otras zonas y a otros tiempos. Por ejemplo, aquí ya hicimos la reconversión industrial (y sudores que nos costó). Pero hoy la industria y los servicios de nuestra comarca generan riqueza a través de empresas competitivas en el metal, la ingeniería especializada, la consultoría avanzada o las tecnologías de información y comunicación. Tenemos multinacionales de referencia mundial y también pequeñas y medianas empresas que hacen una labor discreta y muy eficaz. Algunas de ellas son líderes también en exportación a otros países y otras, fruto del esfuerzo y el riesgo bien asumido, hoy lideran algunos de los proyectos para la Isla de la Innovación. Tenemos que estar muy orgullosos de ver empresas avilesinas al lado de los grandes nombres de la arquitectura mundial, luchando por impulsar un espacio que Avilés necesita recuperar e impulsar cuanto antes.
En estos tiempos donde la producción no se mide sólo en toneladas, es preciso seguir apostando por el concepto de valor añadido o, para entendernos, por la capacidad de las empresas para innovar constantemente, para diversificar su actividad, para buscar nuevos mercados, para generar riqueza y empleo de forma sostenida y, en definitiva, para utilizar de la mejor manera posible sus recursos materiales y humanos. ¿Alguien se paró alguna vez a pensar que, mientras otras comarcas envidian nuestra posición, algunos todavía siguen pregonando hecatombes?
Otro punto fuerte de Avilés es su puerto comercial y pesquero. La ampliación del primero, ya en marcha, nos garantiza unas instalaciones suficientes para los próximos 50 años, aunque habrá que pelear duro para captar tráficos y no terminar con mucho hormigón y muelles vacíos. En cuanto a la pesca, aún recordando que sigue pendiente una reordenación europea de los recursos, podemos también confiar en que la nueva gestión sea al menos tan buena como la que desempeñó durante años la Cofradía de Pescadores, la misma que nos llevó a ser líderes en el Cantábrico.
El medioambiente es la tercera palanca de cambio. Si en 1990 la Ría de Avilés nos avergonzaba por su estado lamentable, hoy da gusto verla. Los paseos y la limpieza, después de muchos años de trabajo y muchos millones de euros invertidos, son la mejor prueba de que las Administraciones Públicas, cuando colaboran lealmente, sólo dan buenas noticias y resultados positivos palpables. Que tomen nota para otros asuntos como la eliminación de las vías del tren o la (tristemente) famosa Ronda Norte. Curiosamente, Vicente Díaz (avilesino) y Los Irónicos (avilesinos también) cantaban las bondades de Avilés ('Avilés cojonudo', para los segundos), pero ambos destacaban la contaminación como la principal rémora.
No me olvido del emergente sector de la
cultura -con el
Niemeyer al frente- o del enorme potencial comercial y turístico del Casco Histórico, el cual debemos proponer ya mismo y de forma seria como Patrimonio de la Humanidad. Pero esto me parece tan obvio que no me extiendo más en ello.
Termino con la psicología, como empecé. Las crisis se agravan cuando sólo pensamos en ellas de forma pesimista como algo irresoluble. Crisis debe significar desafío, cambio y futuro, pero nunca desmoralización, pasado o nostalgia. La antigua mentalidad colectiva de crisis que impregnaba todo y que tanto padecimos en la Comarca de Avilés y en Asturias, tenemos que desterrarla. Hicimos antes que otros los deberes -aunque todavía quedan muchas tareas- y eso nos da una ventaja frente a este nuevo examen de la presente crisis. Igual que se fueron los humos negros -o mejor dicho, los echamos- ahora es preciso aprovechar nuestras fortalezas y encarar los años venideros con ciertas
garantías de éxito. Que las tenemos, no cabe duda.