Las últimas declaraciones del ministro de Hacienda confirman lo que todo el mundo ya sospechaba: el modelo de financiación autonómica aprobado en 2009, vigente desde entonces, no será revisado. El responsable gubernamental se ha preguntado de forma retórica si esa reforma serviría para algo a estas alturas. "No hay acuerdo político, ni entre partidos, ni entre comunidades autónomas", lamentó. En cambio, "todos tenemos más dinero, gracias al brioso crecimiento económico, así que poco importa si lo seguimos repartiendo de la misma forma". El ministro remató su argumento: "no sé por qué vamos a tener que cambiar lo que funciona a las mil maravillas, justo ahora que llega el buen tiempo".
Las respuestas de los gobiernos autonómicos no se hicieron esperar, entre veladas amenazas de cierre de hospitales, escuelas y circuitos de carreras. Desde el Arco Mediterráneo se afirma con contundencia que los recursos actuales no alcanzan para pagar las enormes facturas sanitarias, sociales, educativas y financieras. Por su parte, el Noroeste ruge con declaraciones gruesas, mientras su espacio físico sigue despoblándose a un ritmo vertiginoso. Las comunidades autónomas capitalinas e intervenidas sueñan con ganar más, "como cualquier hijo de vecino", matizan. En este guirigay interterritorial, fuentes autorizadas de la Presidencia del Gobierno de España tercian en la polémica para recordar que la suma de 135 y 155 es 290 "y nos llevamos dos".
En medio de estas novedades, la deuda pública sigue reduciéndose a un ritmo que supera por dos décimas la velocidad media del caracol romano en el último quinquenio. Mayoritariamente, los expertos en moluscos desechan la idea de instalar un motor en el caparazón de estos gasterópodos, por el evidente riesgo de derrape y colisión.
Por lo que se refiere a tributos cedidos, continúan los debates en torno a la triste figura del caballeroso impuesto de sucesiones y donaciones. Sus fieles escuderos siguen creyendo que tiene pleno sentido y que solo necesita un poco de cordura básica añadida. Desde algunas ínsulas autonómicas no se comparte esta visión y, por el contrario, abogan por inducirle una muerte dulce y placentera. De otro lado, en el impuesto sobre la renta no se avistan más que autoliquidaciones en la presente estación del año, pero muy pocas ganas de reforma. ¿Y el IVA colegiado? Bien, gracias, luciendo brillo en el pabellón de novedades por estrenar.
En definitiva, como en aquel incendio del Museo del Prado, provocado por el periodista Mariano de Cavia, estos tristes sucesos "pueden ocurrir aquí el día menos pensado". Dicho de otra forma: no han ocurrido todavía, aunque igual es saludable haber "inventado una catástrofe... para evitarla".
Las respuestas de los gobiernos autonómicos no se hicieron esperar, entre veladas amenazas de cierre de hospitales, escuelas y circuitos de carreras. Desde el Arco Mediterráneo se afirma con contundencia que los recursos actuales no alcanzan para pagar las enormes facturas sanitarias, sociales, educativas y financieras. Por su parte, el Noroeste ruge con declaraciones gruesas, mientras su espacio físico sigue despoblándose a un ritmo vertiginoso. Las comunidades autónomas capitalinas e intervenidas sueñan con ganar más, "como cualquier hijo de vecino", matizan. En este guirigay interterritorial, fuentes autorizadas de la Presidencia del Gobierno de España tercian en la polémica para recordar que la suma de 135 y 155 es 290 "y nos llevamos dos".
En medio de estas novedades, la deuda pública sigue reduciéndose a un ritmo que supera por dos décimas la velocidad media del caracol romano en el último quinquenio. Mayoritariamente, los expertos en moluscos desechan la idea de instalar un motor en el caparazón de estos gasterópodos, por el evidente riesgo de derrape y colisión.
Por lo que se refiere a tributos cedidos, continúan los debates en torno a la triste figura del caballeroso impuesto de sucesiones y donaciones. Sus fieles escuderos siguen creyendo que tiene pleno sentido y que solo necesita un poco de cordura básica añadida. Desde algunas ínsulas autonómicas no se comparte esta visión y, por el contrario, abogan por inducirle una muerte dulce y placentera. De otro lado, en el impuesto sobre la renta no se avistan más que autoliquidaciones en la presente estación del año, pero muy pocas ganas de reforma. ¿Y el IVA colegiado? Bien, gracias, luciendo brillo en el pabellón de novedades por estrenar.
En definitiva, como en aquel incendio del Museo del Prado, provocado por el periodista Mariano de Cavia, estos tristes sucesos "pueden ocurrir aquí el día menos pensado". Dicho de otra forma: no han ocurrido todavía, aunque igual es saludable haber "inventado una catástrofe... para evitarla".
Publicado en el blog De fueros y huevos, de Rifde-Expansión, el 8 de mayo de 2018
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