Siempre he creído que la educación ciudadana es un valor a promover a todos los
niveles y desde muy abajo. Desde las etapas más tempranas se debe educar a los futuros
contribuyentes y votantes en la idea de que pagar impuestos es algo bueno en
democracia, lo mismo que tener capacidad de saber exigir responsabilidades a
los gestores públicos. La sanción es necesaria cuando se cometen
irregularidades o delitos, pero muchas menos habría que aplicar si se educa en
la prevención y la ética. La vida en democracia no es algo natural o innato al ser humano, en tanto
que animal; la democracia es un estado vital de convivencia en común que se aprende y se estimula con el ejercicio de ciertos valores día a día.
En este sentido, hay que destacar iniciativas pioneras como el portal de educación cívico-tributaria de la Agencia Tributaria o el programa de Finanzas para todos, promovido por el Banco de España y la CNMV. Modestamente, también hemos trabajado en alguna iniciativa de este tipo.
En el ámbito del control y la fiscalización también hay ejemplos. Y traigo
aquí uno que ya tiene unos años, pero que realmente es un ejemplo. Se trata de
la iniciativa en cómic titulada Héroes del Control, apadrinada por
la Contraloría General de la República (Colombia), entidad homóloga a nuestros
tribunales de cuentas, dirigida a los niños y las
niñas del país para formarles en valores y presentar de manera clara y
agradable el trabajo que desarrolla el organismo. Esos héroes (Indira, José, Sara y Fabi) luchan contra villanos de nombres tan sonoros como doña Despilfarra Zancadilla, C. Rucho Manirroto y el Doctor Torcido Soborno, todos ellos ladrones de dinero público y que han contagiado a la ciudad con el Virus Korruptus.
No os perdáis el vídeo de presentación.
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