¿Por qué me tienes de amigo en Facebook y no me saludas cuando nos vemos por la calle? ¿Por qué tienes 2.438 amistades en esa red social y nunca te veo en un chigre, en clase o en la playa? O te veo, pero no me saludas (y vuelta a empezar). Es un hecho que cada vez nos relacionamos más, pero nos vemos menos.
El teléfono móvil -primero- y las redes sociales -después- nos hicieron cambiar el modo de socializar de una forma brutal. Antes quedábamos «a las 10 en el parque» y el que no aparecía, peor para él. Ahora muy poca gente de nuestra pandilla llega a la hora exacta. El que llega tarde, amablemente nos avisa con un mensaje de texto o con un 'whatsapp', diciendo entre cariñosos emoticonos «llego enseguida», aunque sea una pura mentira. Por el contrario, quien llega pronto es poseído por la impaciencia y comienza a llamar compulsivamente para preguntar dónde estamos, mientras se acuerda de nuestra familia o del santoral del día.
Banalizamos la comunicación hasta el punto de que el mensaje de texto o la llamada insulsa son el objetivo final, no en el medio para ser más felices. ¿Por qué si no enviamos nuestras coordenadas continuamente? «Ahora estoy en el bar de Pepe», «ahora ya no», «ahora me siento a comer» y así sucesivamente. ¿Por qué presupone esa persona que a la otra le interesa su periplo personal al minuto? No digo que haya que ser un 'deschapetau' y pasar de todo el mundo, pero tampoco ser un boletín informativo de noticias egocéntricas.
Banalizamos, en fin, a la amiga, al amigo, entendidos en el sentido más noble de estas palabras. Por eso mucha gente mide la amistad 'al peso', por el número y la cantidad, pero pocas veces por la calidad. Digámoslo claramente: nadie puede tener más de una docena de amigos o amigas de verdad. Y para comprobarlo, no hay nada mejor que la prueba del euro. ¿A quién le prestarías 10 euros? Seguramente a muchas personas. ¿A quién le prestarías 1.000 euros? Seguro que ya no a tantas. Y finalmente: ¿a quién le pedirías esos mismos 1.000 euros prestados en caso de necesidad? Estas son las amistades de verdad.
Publicado en La Voz de Avilés el 4 de febrero de 2012
P.D. Este artículo cuenta algo parecido al mío (conste que es posterior, para que nadie me acuse de plagio)
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