Si no fuera por la San Silvestre, las campanadas, los Reyes o las rebajas de invierno, casi podríamos decir que el año nuevo empieza en septiembre. Llega la vuelta al cole, el retorno al trabajo, las primeras chaquetas por la noche o las típicas trifulcas políticas (en año preelectoral, ya ni te digo). En definitiva, notamos mucho más el cambio del 31 de agosto al 1 de septiembre que el del 31 de diciembre al 1 de enero.
Según el Diccionario, las vacaciones son el “descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios”. Pero yo empiezo a pensar (y creo no ser el único) que ese pretendido descanso, al final, se convierte en más estrés, horarios rígidos, obligaciones múltiples y cansancio en vez de relax. Hablando más en serio, lo que muchas veces vemos en verano son más divorcios, más abandonos de animales domésticos o más demandas de plazas en residencias para mayores (no es preciso explicar las razones). Francamente, esto último me parece lo más grave por lo insolidario que es.
Cierto que los meses de verano (y agosto en particular) son cada vez más un trozo de nuestras vacaciones y no las vacaciones en su totalidad. Repartimos nuestros días de no-trabajo (concepto distinto al de descanso, por lo que ya expliqué) en varias semanas a lo largo del año. Y eso creo que es bueno por varios motivos. En el plano personal y familiar nos permite hacer cosas diferentes durante las cuatro estaciones. En el ámbito laboral, probablemente nos haga ser más productivos. Y de cara al sector turístico, siempre será bueno romper la estacionalidad para que hoteles y restaurantes no se llenen sólo en agosto.
Ahora sólo queda desear que disfruten quienes todavía tienen derecho a unos días de vacaciones y, a todos los demás, un poco de paciencia y buen humor. El trabajo o las clases puede que sean un poco desagradables, pero mucho peores son las alternativas (o sea, el paro, las bajas forzosas o el fracaso escolar). No debería ser verdad eso que decía el escritor estadounidense Elbert Hubbard de que nadie necesita más unas vacaciones que el que acaba de tenerlas.
Publicado en La Voz de Avilés el 8 de septiembre de 2010 (Día d’Asturies).
No hay comentarios:
Publicar un comentario