Ya está. 2009 es historia. Un año más y esta vez también adiós a la primera década del siglo XXI. Aquí estamos otra vez, afortunadamente, celebrando la entrada del año y deseándonos lo mejor para lo que viene.
Reconozcamos que la década que ahora cerramos fue un tanto extraña, paradójica. Para empezar, no tenía nombre, aunque algunos hablaran de los 'años 2000', los 'años 0' o cosas igualmente ridículas. Fue también una década que empezó con el 'efecto 2000', aquella hecatombe anunciada por los agoreros y que nos iba a conducir a ser devorados por el tostador (genial el capítulo de Los Simpson sobre este asunto). Por cierto, ¿alguien se acuerda del proyecto 'Avilés 2000'?
Fue también una década en la que llegó el futuro, pero no tanto como habíamos imaginado por las películas de Kubrick o 'La Guerra de las Galaxias'. Seguramente las dos revoluciones hayan sido Internet y el teléfono móvil que, en estos años, es cuando terminan de desplegar su potencia. Hoy ya no podemos ni sabemos vivir sin estos dos inventos. En cambio, los coches siguen siendo casi todos de gasolina o de gasóleo y todavía viajamos a ras de suelo (salvo en avión, claro está). El capitalismo continúa vivo, pero la gente sigue muriendo de hambre, SIDA, cáncer o palizas de la pareja. Hemos empezado el camino para cambiar esto, pero me temo que mucho tenemos que avanzar aún.
Puestos a hacer balances, siempre hay cosas buenas y malas. Seguro que hemos conocido mucho mundo y a personas que merecen la pena (y a otras que no). Algunos y algunas hasta se habrán casado en esta pasada década, habrán tenido hijas e hijos, habrán reído y llorado, cantado y bailado, pagado una multa e infringido alguna norma. Y se nos habrá muerto gente buena muy cercana y otra más lejana, pero también querida. Las abuelas, el abuelo, el actor de toda la vida, la frutera del barrio, aquel indigente que siempre tuvo una vida desgraciada.
Pero sigamos avante. Los 'años 10' ya están aquí y somos el grupo de personas elegidas para vivirlos y disfrutarlos.
Feliz año y mejor década.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio (7 de enero de 2010)
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