Tribuna de opinión publicada en La Voz de Avilés el 8 de junio de 2008
Esta semana se hacía público el informe de la Cámara de Comercio de Avilés sobre la evolución socioeconómica de la Comarca en el año 2007. La situación que estamos viviendo en nuestra economía ha sido llamada 'crisis' por algunos, 'desaceleración' por otros y yo simplemente la denomino como 'ajuste' porque me parece el concepto más neutro de cuantos se están utilizando. Pero más allá de la semántica, resulta más relevante ir el fondo del asunto, analizando desde nuestra tribuna local las fortalezas con que cuenta la Comarca de Avilés para hacer frente a esta situación.
El inicio de esta fase de incertidumbre económica mundial podríamos situarlo en el verano pasado, cuando los mercados financieros en EE UU comenzaron a mostrar signos de debilidad que rápidamente se trasmitieron a las Bolsas europeas. Por otra parte, estamos viendo cómo el precio del petróleo y sus derivados se ha disparado hasta niveles nunca antes conocidos, por efecto combinado de una creciente demanda y por el progresivo agotamiento de un recurso natural que es limitado.
Mientras tanto, el sector de la construcción en España vive su particular periodo de ajuste, especialmente llamativo en el segmento de la construcción residencial, donde se detecta un cierto enfriamiento en las ventas de pisos y un crecimiento más moderado de los precios. ¿Por qué ocurre esto? ¿Acaso de repente la gente dejó de necesitar casas y pisos para vivir? A mi juicio, lo que sucede no es más que la consecuencia directa de una caída en la demanda especulativa de viviendas, quizás alentada por las citadas incertidumbres o simplemente porque muchas familias habían canalizado su ahorro casi en exclusiva en los 'ladrillos'. Ahora que la rentabilidad de las operaciones inmobiliarias comienza a ser menor, algunas promociones de viviendas y muchas inversiones se postergan hasta tiempos mejores. Esto tiene como efecto más negativo a corto plazo la destrucción de empleo en el sector de la construcción y en algunos servicios cercanos.
Cuando todo esto ocurre, Asturias continúa acometiendo un proceso de transformación económica que ya comenzara en los últimos años del siglo pasado. Después de haber sufrido como ningún otro territorio el impacto de virulentas crisis en sus principales sectores, Asturias comenzaba entonces a crear empleo neto, a converger con la renta media europea y a sentar las bases para un modelo de desarrollo duradero.
La Comarca de Avilés no fue ajena y, después de duras reconversiones, con miles de empleos destruidos y una conciencia colectiva de desánimo, había llegado ya el tiempo de subir al tren del progreso económico, como antes lo habían hecho otros territorios en situaciones parecidas. Atrás quedaban ya algunos planes fallidos como aquel 'Avilés 2000' (¿alguien se acuerda?), del cual todavía hoy nos dolemos.
En este punto, quizás no esté de más recordar que en economía las expectativas de familias y empresas tienen un impacto crucial y directo. En ocasiones solemos decir que el optimista es una parte de la respuesta, mientras que el pesimista forma parte del problema. Pues bien, este planteamiento casi infantil está en la base de los estudios de grandes economistas como Lucas, Kydland o Prescott, todos ellos galardonados con el Premio Nobel de Economía. Simplificando mucho, nos vendrían a decir que unas expectativas muy negativas de los agentes económicos lo único que hacen es agravar una crisis o, en su caso, provocarla. No se trata de convertirnos en ciegos ante algunas luces de alerta que se van encendiendo, ni tampoco se está sugiriendo que debamos poner cortapisas a la información de los medios sobre este asunto. Pero lo cierto es que muchos de los grandes problemas económicos tienen un componente psicológico más importante que el aportado por los fríos datos de las cifras reales. Baste decir que en estos momentos España crece más que la media de la UE y más que EE UU.
Acierta la Cámara de Comercio cuando coloca a Avilés en una situación ventajosa, gracias a los sólidos pilares de crecimiento que se han levantado en los últimos años. Las semillas que antes no germinaban ahora comienzan a dar su fruto o, cuando menos, ya estamos viendo las primeras flores. Avilés entra en el siglo XXI con un sector servicios que genera en torno a 2/3 de la renta total y que ocupa también una proporción muy parecida de personas con empleo. Además, la industria sigue siendo uno de los motores de nuestro desarrollo, al calor de actividades más diversificadas, con productos de alto valor añadido y muy competitivos. Aquellas empresas públicas, descritas en algún momento como 'gigantes con pies de barro', han mutado en grandes multinacionales de referencia mundial en sus respectivas ramas de actividad. Todas ellas han dado muestras de querer consolidar su 'sede avilesina' y para ello han emitido una triple señal al mercado: un fuerte crecimiento de sus inversiones, renovaciones de plantilla y una decidida apuesta por la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación (I+D+i).
Al lado de esas grandes ha ido creciendo una pléyade de pequeñas y medianas empresas que 'fabrican' productos tangibles e intangibles con un enorme potencial económico y de creación de empleo. Podríamos citar todas las que ahora mismo llenan el PEPA o el Centro de Empresas de La Curtidora, muchas de ellas capitaneadas por jóvenes emprendedores que arriesgan dinero y trabajo para convertir una buena idea en realidad.
Comienzan a despuntar actividades hasta ahora casi inéditas en Avilés como el turismo, la hostelería especializada, las tecnologías de la información y la comunicación, la distribución comercial o la consultoría avanzada. Nuestra tradición estaba lejos de estas actividades y, sin embargo, se han abierto camino sin que ello haya supuesto tampoco la renuncia a otras actividades más arraigadas. En Avilés ya vemos cómo esa supuesta frontera entre industria y servicios es cada vez más difusa y, por eso, muchas veces hablamos de 'industria del turismo', 'factoría cultural' o 'servicios a la industria'.
Mención aparte merece el impacto que sin duda habrá de tener el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer, junto a todo el desarrollo anejo en la bautizada como 'Isla de la Innovación'. Si decíamos que unas desfavorables expectativas pueden agravar una incipiente crisis económica, no es menos cierto que la proposición recíproca también es cierta, algo que se detecta ya en Avilés. No es que se proponga fiar al Centro Niemeyer el remedio a todos los males, ni tampoco que éste vaya a sustituir la actividad industrial de la ciudad y la Comarca. Simplemente lo que está haciendo Avilés con este ambicioso proyecto es diversificar su oferta y definir una ilusión de futuro para los próximos años. Lógicamente, el proyecto necesita crecer con el apoyo de toda la ciudadanía y de las empresas e instituciones vinculadas a Avilés, con un papel muy especial reservado para ArcelorMittal.
Pero no sería de recibo dejarnos arrastrar por un irracional despliegue de energía positiva, pasando de estar ilusionados a ser unos ilusos. La Comarca de Avilés no podría soportar el desengaño -otro más- de verse privada de ese anhelo colectivo que es tan importante para su futuro. Por eso es preciso exigir que se cumplan las previsiones del entramado de la Nueva Centralidad en tiempo y forma. Que la nueva lonja comience ya a funcionar, dejando atrás absurdos conflictos, con el fin de que la pesca avilesina siga siendo el principal referente del Cantábrico. Que se continúe apoyando la cultura emprendedora y la creación de empresas desde todos los ámbitos, para no volver a caer en el vicio del monocultivo económico. Que la Comarca funcione como una entidad real con vida propia, aprovechando las ventajas de la cooperación y superando viejos localismos que tanto daño hacen en numerosos aspectos.
Es también el momento de que las infraestructuras pendientes se finalicen, con especial prioridad para la Ronda Norte, así como la necesaria ampliación del puerto y del aeropuerto, para que ambos puedan seguir ganando tráficos de mercancías y pasajeros. Con el fin de aumentar la población será necesario impulsar la rehabilitación de inmuebles y las promociones de vivienda protegida, buscando el doble objetivo de facilitar el derecho a una vivienda digna a precios razonables y, al mismo tiempo, contribuir a dinamizar el sector de la construcción. Asimismo, es preciso seguir desarrollando los polígonos y centros empresariales que garanticen suelo y 'techo' para todas las empresas locales y foráneas. Finalmente, los Ayuntamientos deben plantearse mejorar el atractivo físico e intelectual de pueblos, villas y paisajes, recuperando zonas degradadas y mejorando la oferta de ocio con interesantes programas de actividades.
En definitiva, la economía vive un periodo de ajuste, previsiblemente rápido, aunque de raíces profundas y con alcance mundial. En este contexto, la Comarca de Avilés se sitúa en una posición bastante favorable para afrontar el reto. Tiene una hoja de ruta marcada y puede contar con garantías de que esta vez saldrá adelante con el concurso de todos.